Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.

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Ciertamente ustedes han oído hablar de mi conducta anterior en el judaísmo, cuando yo perseguía encarnizadamente a la Iglesia de Dios, tratando de destruirla. Lo único que habían oído decir de mí era: “El que antes nos perseguía, ahora va predicando la fe que en otro tiempo quería destruir”, y glorificaban a Dios por mi causa. (Gál 1:13-24)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/100824.cfm
Como observó una vez Oscar Wilde: “Cada santo tiene un pasado y cada pecador tiene un futuro”. San Pablo les cuenta su pasado a los gálatas para recordarles que todavía hay esperanza para nosotros, que todos tenemos un futuro, que no hay nada en nuestro pasado que Dios no pueda usar para difundir el Reino.

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El doctor de la ley, para justificarse, le preguntó a Jesús: “¿Y quién es mi prójimo?” Jesús le dijo: “Un hombre que bajaba por el camino de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos ladrones, los cuales lo robaron, lo hirieron y lo dejaron medio muerto. (Lc 10:25-37)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/100724.cfm
La Parábola del Buen Samaritano nos llama a dejar de lado los mapas que usamos para definir amigos y enemigos y nos invita a vivir en libertad, a vivir con los valores del Reino de Dios, a vivir como instrumentos de misericordia y compasión. Estamos agradecidos por todos los trabajadores humanitarios y por todos aquellos que se han ofrecido como voluntarios para ayudar a otros en la crisis del huracán Helene. Pedimos las oraciones de la Madre de Dios para que todos seamos dignos de las promesas de Cristo.

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Después de esto, la gente le llevó a Jesús unos niños para que los tocara, pero los discípulos trataban de impedirlo. Al ver aquello, Jesús se disgustó y les dijo: “Dejen que los niños se acerquen a mí y no se lo impidan, porque el Reino de Dios es de los que son como ellos. Les aseguro que el que no reciba el Reino de Dios como un niño, no entrará en él”. Después tomó en brazos a los niños y los bendijo imponiéndoles las manos. (Mc 10:2-12)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/100624.cfm
Jesús y los niños es una imagen del cuidado que debemos tener unos por otros y por toda la creación. Estamos agradecidos por todos aquellos que aman como Jesús ama, que se preocupan como Jesús se preocupa, que pastorean como Jesús pastorea, que se extienden y tocan el mundo como lo hace Jesús. La foto de hoy es del obispo Michael Martin cuidando a la gente del oeste de Carolina del Norte que fue afectada por el huracán.

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Job le dijo al Señor: “Reconozco que lo puedes todo y que ninguna cosa es imposible para ti. Por eso me retracto de mis palabras y me arrepiento, echándome polvo y ceniza”. El Señor bendijo a Job al final de su vida más que al principio. Y Job vivió hasta los ciento cuarenta años y vio a sus hijos, a sus nietos y a sus bisnietos. Murió anciano y colmado de años. (Jb 42:1-3, 5-6, 12-17)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/100524.cfm
Hoy llegamos al final del Libro de Job sin respuesta a ninguna de nuestras preguntas. Pero Job es bendito. Tal vez, al reflexionar sobre el misterio del sufrimiento humano especialmente a la luz de la destrucción del huracán Helene, podamos unirnos a cantar el himno de alabanza de María, el Magnificat por todos los sobrevivientes y por todos los muertos.

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Job le respondió al Señor: "He hablado a la ligera, ¿qué puedo responder? Me taparé la boca con la mano. He estado hablando y ya no insistiré más; ya no volveré a hablar". (Jb 38:1, 12-21; 40:3-5)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/100424.cfm
Job realmente no obtiene una respuesta a la pregunta de por qué le suceden cosas malas a la gente buena. Dios le dice a Job ¿dónde estabas cuando creé el mundo? Y Job básicamente se disculpa por respirar y dice: No te preguntaré más. Mañana tendremos la conclusión del libro con nuestras preguntas todavía flotando en el aire. San Francisco de Asís (1181-1226) llegó a una profunda confianza en el cuidado providencial de Dios y nos invita a unirnos a alabar al Dios de toda la creación.