Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.
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Yo recibí del Señor lo mismo que les he trasmitido: que el Señor Jesús, la noche en que iba a ser entregado, tomó pan en sus manos, y pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo: “Esto es mi cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía”. Lo mismo hizo con el cáliz después de cenar, diciendo: “Este cáliz es la nueva alianza que se sella con mi sangre. Hagan esto en memoria mía siempre que beban de él”. Por eso, cada vez que ustedes comen de este pan y beben de este cáliz, proclaman la muerte del Señor, hasta que vuelva. (1 Con 11:23-26)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/032824-Supper.cfm
El relato más antiguo de la Cena del Señor no proviene de los evangelios, sino de la Primera Carta de Pablo a los Corintios (año 50). Y como el Señor pide, todavía tomamos pan y vino y celebramos la comida que nos dejó. Todavía recordamos cómo nos amó hasta el extremo. Y proclamamos su muerte y resurrección hasta que él vuelva.
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Uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a ver a los sumos sacerdotes y les dijo: “¿Cuánto me dan si les entrego a Jesús?” Ellos quedaron en darle treinta monedas de plata. Y desde ese momento andaba buscando una oportunidad para entregárselo. (Mt 26:14-25)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/032724.cfm
Tradicionalmente llamado Miércoles del Espía, el evangelio de hoy señala que fue uno de los Doce el que traicionó al Señor. Por supuesto, todos reconocemos que también nosotros somos capaces de una traición igual, y sin embargo seguimos siendo amados infinitamente.
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Cuando Jesús estaba a la mesa con sus discípulos, se conmovió profundamente y declaró: "Yo les aseguro que uno de ustedes me va a entregar". Los discípulos se miraron perplejos unos a otros, porque no sabían de quién hablaba. Uno de ellos, al que Jesús tanto amaba, se hallaba reclinado a su derecha. Simón Pedro le hizo una seña y le preguntó: "¿De quién lo dice?" Entonces él, apoyándose en el pecho de Jesús, le preguntó: "Señor, ¿quién es?" Le contestó Jesús: "Aquel a quien yo le dé este trozo de pan, que voy a mojar". Mojó el pan y se lo dio a Judas, hijo de Simón el Iscariote. (Jn 13:21-33, 36-38)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/032624.cfm
“Uno de ustedes me va a entregar”, palabras muy difíciles que ninguno de nosotros quiere oír. Pero el Señor nos conoce mejor que nosotros mismos y nos invita a la mesa para compartir la cena. Que sepan cuánto los ama el Señor.
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Seis días antes de la Pascua, fue Jesús a Betania, donde vivía Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos. Allí le ofrecieron una cena; Marta servía y Lázaro era uno de los que estaban con él a la mesa. Mientras tanto, la multitud de judíos, que se enteró de que Jesús estaba allí, acudió, no sólo por Jesús, sino también para ver a Lázaro, a quien el Señor había resucitado de entre los muertos. Los sumos sacerdotes deliberaban para matar a Lázaro, porque a causa de él, muchos judíos se separaban y creían en Jesús. (Jn 12:1-11)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/032524.cfm
Siempre es sorprendente descubrir el complot contra Lázaro, aquel a quien Jesús amaba. Que el amor del Señor por ti se revele de formas nuevas y emocionantes en esta Semana Santa.
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Cristo Jesús se humilló a sí mismo y por obediencia aceptó incluso la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo exaltó sobre todas las cosas y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre, para que, al nombre de Jesús, todos doblen la rodilla en el cielo, en la tierra y en los abismos, y todos reconozcan públicamente que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre. (Flp 2:6-11)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/032424.cfm
Así comienza la Semana Santa. Mientras nos preparamos para celebrar el Triduo Pascual (los Tres Días), todos ustedes estarán en mis oraciones y en las misas. Que este tiempo especial de gracia nos renueve a imagen y semejanza del Señor Resucitado.