Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.
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Los vencedores, con las cítaras que Dios les había dado, cantaban el cántico de Moisés, el siervo de Dios, y el cántico del Cordero, diciendo: “Grandes y maravillosas son tus obras, Señor, Dios todopoderoso; justo y verdadero tu proceder, rey de las naciones. ¿Quién no te respetará, Señor? ¿Quién no te alabará? Ya que sólo tú eres santo, y todas las naciones vendrán a adorarte, porque tus justas sentencias han quedado patentes”. (Apoc 15:1-4)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/112724.cfm
La liturgia del cielo continúa con el Canto del Cordero. Crecí en una iglesia donde la música era importante. Incluso canté en el coro de niños. Y todavía puedo recordar las canciones que cantábamos. La música es una manera de llegar a Dios. Como dice el himno: "¡Alzcen todas las voces y canten, hasta que suenen la tierra y el cielo!"
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Salió otro ángel del templo celestial, también él con una afilada hoz en su mano. Y salió del templo otro más, el ángel que tiene poder sobre el fuego, y le gritó con potente voz al que tenía la hoz afilada: “Empuña tu hoz afilada y corta los racimos de la viña de la tierra, porque sus uvas ya están maduras”. El ángel acercó su hoz a la tierra, cosechó la viña de la tierra y echó los racimos en el gran lagar de la cólera de Dios. (Apoc 14:14-19)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/112624.cfm
El Himno de Batalla de la República, gran himno del movimiento abolicionista, hace referencia a las Uvas de la Ira. Y, por supuesto, el escritor estadounidense John Steinbeck utilizó Las Uvas de la Ira como título de su famosa historia sobre los pobres que escaparon a California del desastre del Dust Bowl, las tormentas de polvo en Oklahoma de los años 1932-1939.
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Y oí un ruido que venía del cielo, parecido al estruendo del mar y al estampido de un trueno poderoso; el ruido que oía era como el de un gran coro acompañado de arpas. Cantaban un cántico nuevo ante el trono, ante los cuatro seres vivientes y los ancianos. (Apoc 14:1-3, 4b-5)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/112524.cfm
Más música celestial y un nuevo himno ante el Trono. ¡Qué liturgia para el Banquete de Bodas del Cordero! Los himnos con los que crecemos nos dan el lenguaje y la música de la fe y la oración.
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Pilato le dijo: “¿Conque tú eres rey?” Jesús le contestó: “Tú lo has dicho. Soy rey. Yo nací y vine al mundo para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz”. (Jn 18:33-37)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/112424.cfm
En una época como la nuestra, en la que el discurso político y la razón han sido reemplazados por teorías de conspiración y mentiras descaradas, la verdad se ha convertido en un bien escaso. Pero la verdad importa, como dice Jesús. Y hoy se nos recuerda que el que es Rey de reyes y Señor de señores no es el que se hace importante y reclama privilegios ejecutivos y poder, sino el que da testimonio de la verdad y muere en una Cruz.
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Jesús les dijo: “En esta vida, hombres y mujeres se casan, pero en la vida futura, los que sean juzgados dignos de ella y de la resurrección de los muertos, no se casarán ni podrán ya morir, porque serán como los ángeles e hijos de Dios, pues él los habrá resucitado. (Lc 20:27-40)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/112324.cfm
Los Shakers (los Sacudidos) eran un grupo religioso no católico fundado en 1747 por la Madre Ann Lee. Fundados originalmente en Inglaterra, se mudaron a los Estados Unidos en la década de 1780. Ann Lee tuvo una revelación de que ella era la segunda venida del Mesías. Ella creía que este verso en particular se cumplió en ella y por eso la comunidad Shaker que fundó estaba compuesta únicamente por hombres y mujeres célibes y, por supuesto, con el tiempo, se extinguieron. La Virgen María nos enseña que nada es imposible para Dios.
