Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.

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Este saludo es de mi puño y letra. Así firmo yo, Pablo, en todas mis cartas; ésta es mi letra. Que la gracia de nuestro Señor Jesucristo esté con todos ustedes. (2 Tes 3:17-18)
San Pablo no quería más problemas con cartas falsas . . . y por eso, cuando el escriba terminó de escribir todas las palabras dictadas por el apóstol, San Pablo firmó la carta, puño y letra. Me pregunto . . . ¿cuánto valdría el autógrafo de San Pablo hoy?

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Hermanos: Por lo que toca a la venida de nuestro Señor Jesucristo y a nuestro encuentro con él, les rogamos que no se dejen perturbar tan fácilmente. No se alarmen ni por supuestas revelaciones ni por palabras o cartas atribuidas a nosotros, que los induzcan a pensar que el día del Señor es inminente. Que nadie los engañe en ninguna forma. (2 Tes 2:1-3)
Pobre San Pablo . . . tenía aguantar muchas tribulaciones: persecuciones, palizas, la cárcel, naufragios . . . y peor de todo, otros cristianos escribiendo cartas falsas en su nombre. Y ¿para qué? Para asustar a la gente con el final del mundo. Pues, dos mil años después seguimos con las mismas tonterías. Y ¿que nos dice San Pablo? El mismo consejo que el dio a los tesalonicenses: ¡Manténganse firmes y conserven la doctrina que les hemos enseñado!”

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Uno de los ángeles me habló y me dijo: “Ven, que te voy a enseñar a la novia, a la esposa del Cordero”. Entonces me transportó en espíritu a una montaña elevada y me mostró a Jerusalén, la ciudad santa, que descendía del cielo, resplandeciente con la gloria de Dios . . . La muralla descansaba sobre doce cimientos, en los que estaban escritos los doce nombres de los apóstoles del Cordero. (Apóc 21:9-10,14)
Hoy es la fiesta de San Bartolomé, Apóstol. La primera lectura habla de la "Hermosa Ciudad"--la Jerusalén celestial. Me acuerdo de la Dedicación del Nuevo Altar y la Renovada Capilla de Nuestra Señora de Fátima en Winston-Salem, NC, hace 40 años. En la Misa de Dedicación con el Señor Obispo, le pedí a la cantante, Joanne Munden, el viejo espiritual negro, Oh, What a Beautiful City! (¡Oh, Que Hermosa la Ciudad!). La grabación es del famoso cantante negro, Paul Robeson.

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Y yo te digo a ti que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Los poderes del infierno no prevalecerán sobre ella. Yo te daré las llaves del Reino de los cielos. (Mt 16:18-19)
San Pedro es la esperanza para muchos, porque si San Pedro puedo llegar al Reino, todavía hay esperanzas para nosotros. En los evangelios, muchas veces San Pedro mete la pata o simplemente no entiende lo que el Señor quiere enseñar, pero de vez en cuando San Pedro hace lo correcto, como en el evangelio de hoy. ¡Coloca la música de la película Rocky!

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Yo vi que la gloria del Señor llenaba el templo. Entonces oí que alguien me hablaba desde el templo, y el hombre que estaba junto a mí me dijo: “Hijo de hombre, éste es el lugar de mi trono, el lugar donde pongo las plantas de mis pies. Aquí habitaré para siempre con los hijos de Israel”. (Ezekiel 43:5-7)
El verano de los profetas ya se acaba con esta lectura del Profeta Ezekiel, la visión de la Gloria del Señor en el Templo. Pero ¿cuál templo—el templo de Jerusalén que está en ruinas, o el templo que es el Pueblo de Dios?
Hoy es el día octavo de la Asunción de la Bienaventurada Virgen María. Celebramos el momento cuando María recibió la Corona de Vida de su Hijo. Como mi joven amigo jesuita dijo:
"Todas las enseñanzas sobre la Virgen María es una enseñanza sobre nosotros, los cristianos. En su concepción, ella recibió la misma gracia que nosotros recibimos en el bautizo. Y al final de su vida, ella fue levantada como Jesús, y también un día todos nosotros".
Y la fiesta de hoy es lo mismo . . . la Corona de Vida nos espera a cada uno de nosotros.