Un sábado, atravesaba Jesús por los sembrados. Los discípulos, que iban con él, tenían hambre y se pusieron a arrancar espigas y a comerse los granos. Cuando los fariseos los vieron, le dijeron a Jesús: “Tus discípulos están haciendo algo que no está permitido hacer en sábado”. . . . . Jesús les contestó: Si ustedes comprendieran el sentido de las palabras: Misericordia quiero y no sacrificios, no condenarían a quienes no tienen ninguna culpa. Por lo demás, el Hijo del hombre también es dueño del sábado’’. (Mt 12:1-2, 7-8)
Jesús no solo deja a un lado la Ley de Dios . . . también declara los culpables, inocentes. De veras, la misericordia . . . no sacrificios.