Tu poder es el fundamento de tu justicia, y por ser el Señor de todos, eres misericordioso con todos. (San 12:16)
El Libro de la Sabiduría está alabando el poder de Dios. Pero ese poder no se expresa en humillar o destruir a los enemigos, más bien el poder de Dios se expresa en la misericordia. La Parábola del Trigo y la Cizaña (o la Parábola de la Mala Hierba) nos recuerda de que hay muchos que quieren desmalezar el jardín de Dios:
Ellos le dijeron: ‘¿Quieres que vayamos a arrancarla?’ Pero él les contestó: ‘No. No sea que al arrancar la cizaña, arranquen también el trigo. Dejen que crezcan juntos hasta el tiempo de la cosecha’.
Es importante que el dueño dice: “Gracias, pero no. Dejen que crezcan juntos . . . hasta la cosecha”. Nosotros sabemos bien que desmalezar al jardín es necesario. Pero Dios tiene otra opinión. Tal vez la misericordia no es signo de debilidad . . . más bien el contrario, la misericordia es poder. Nuestro Dios quien es “clemente y misericordioso, lento a la cólera, rico en piedad y leal” (Salmo 85).