Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.
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Si tu hermano te ofende, trata de corregirlo; y si se arrepiente, perdónalo. Y si te ofende siete veces al día, y siete veces viene a ti para decirte que se arrepiente, perdónalo". Los apóstoles dijeron entonces al Señor: "Auméntanos la fe". El Señor les contestó: "Si tuvieran fe, aunque fuera tan pequeña como una semilla de mostaza, podrían decirle a ese árbol frondoso: 'Arráncate de raíz y plántate en el mar', y los obedecería". (Lc 17:1-6)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/111124.cfm
El contexto lo es todo. La fe del tamaño de un grano de mostaza se trata del perdón. San Martín de Tours (316-397) es uno de los “santos soldados”. Se hizo cristiano, dejó atrás el soldado y tomó el estandarte de Cristo. A la undécima hora del undécimo día del undécimo mes (a la hora 11, del día 11, del mes 11), llegó la paz que puso fin a la Primera Guerra Mundial en 1918. La foto de hoy es de mi tío abuelo Charlie Goetting, quien murió a causa de un ataque con gas venenoso en las trincheras de la Primera Guerra Mundial.
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Jesús estaba sentado frente a las alcancías del templo, mirando cómo la gente echaba allí sus monedas. Muchos ricos daban en abundancia. En esto, se acercó una viuda pobre y echó dos moneditas de muy poco valor. Llamando entonces a sus discípulos, Jesús les dijo: “Yo les aseguro que esa pobre viuda ha echado en la alcancía más que todos. Porque los demás han echado de lo que les sobraba; pero ésta, en su pobreza ha echado todo lo que tenía para vivir”. (Mt 12:38-44)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/111024.cfm
La política, incluso a veces la iglesia, está dominada por multimillonarios y aquellos que los adulan, Jesús no se deja impresionar. Es la pobre viuda con sus dos moneditas la que recibe sus elogios.
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¿No saben acaso ustedes que son el templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes? (1 Cor 3:9-11, 16-17)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/110924.cfm
La catedral de la ciudad de Roma es la Basílica de Letrán, NO la Basílica de San Pedro. Pero los edificios de las iglesias nos representan a todos. Porque, como señala San Pablo, “somos el templo de Dios”. Por supuesto, la iglesia primitiva NO tenía ningún edificio (el cristianismo no era una religión "tolerada" en el Imperio Romano). Desafortunadamente, tendemos a pensar que el edificio de la iglesia es la iglesia. En realidad, NOSOTROS somos la iglesia, el edificio es simplemente donde nosotros, la iglesia, nos reunimos para celebrar a nuestro Señor.
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Hermanos míos, a quienes tanto quiero y extraño: ustedes, hermanos míos amadísimos, que son mi alegría y mi corona, manténganse fieles al Señor. (Flp 3:17-4:1)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/110824.cfm
Debido a la fiesta de mañana, hoy es nuestra lectura final de la Carta a los Filipenses. Cuando San Pablo se refiere a la comunidad como “mi alegría y corona”, comenzamos a ver tan querida es esta comunidad para él. Los lazos de amor y cariño que nos unen son la alegría y la corona del ministerio. Es la parte que realmente nunca enseñan en el seminario.
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En aquel tiempo, se acercaban a Jesús los publicanos y los pecadores a escucharlo; por lo cual los fariseos y los escribas murmuraban entre sí: “Este recibe a los pecadores y come con ellos”. Jesús les dijo entonces esta parábola. (Lc 15:1-10)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/110724.cfm
A veces el contexto nos da una comprensión más completa de un pasaje. Tres de las más grandes parábolas siguen a esta queja contra Jesús: “Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos”. La oveja perdida, la moneda perdida y el niño perdido (o el hijo pródigo) son mucho más radicales de lo que jamás imaginamos. En lugar de “nuestra búsqueda de Dios”, estas parábolas de Jesús ponen patas arriba ese engaño espiritual. Es Dios quien viene a buscarnos y no se da por vencido hasta que nos encuentren a salvo y luego organiza una fiesta para regocijarnos.