Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.

Los que se dejan guiar por el Espíritu de Dios, ésos son hijos de Dios. No han recibido ustedes un espíritu de esclavos, que los haga temer de nuevo, sino un espíritu de hijos, en virtud del cual podemos llamar Padre a Dios. (Rom 8:12-17)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/102725.cfm
Mediante el espíritu de adopción reconocemos que Dios es nuestro Padre y que todos somos hermanos y hermanas. Desafortunadamente, muchos prefieren el espíritu de esclavitud. En su exhortación apostólica, el Papa León habla del trato inhumano a los inmigrantes: “Donde el mundo ve una amenaza, la iglesia ve hijos; donde se levantan muros, la iglesia construye puentes. Sabe que el anuncio del Evangelio sólo es creíble cuando se traduce en gestos de cercanía y de acogida; y que en cada migrante rechazado, es Cristo mismo quien llama a las puertas de la comunidad” (Dilexi te, 75). https://youtu.be/q1R4xFrQQNE?si=UQc7zy99lhFfNg6O