Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.
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El año de la muerte del rey Ozías, vi al Señor, sentado sobre un trono muy alto y magnífico. La orla de su manto llenaba el templo. Había dos serafines junto a él, con seis alas cada uno: con un par se cubrían el rostro; con otro, se cubrían los pies, y con el otro, volaban. Y se gritaban el uno al otro: "Santo, santo, santo es el Señor, Dios de los ejércitos; su gloria llena toda la tierra". Temblaban las puertas al clamor de su voz y el templo se llenaba de humo. (Is 6:1-8)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/071324.cfm
El llamado del profeta Isaías comienza con esta visión del Señor y los serafines. El canto de los serafines tiene su eco en el Sanctus (Santo, Santo, Santo) de la Eucaristía. En cierto sentido, la liturgia de la tierra se une a la liturgia del cielo en un coro de alabanza sin fin.
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No volveremos a llamar “dios nuestro” a las obras de nuestras manos, pues sólo en ti encuentra piedad el huérfano’. Yo perdonaré sus infidelidades, dice el Señor; los amaré, aunque no lo merezcan, porque mi cólera se ha apartado de ellos. Seré para Israel como rocío; mi pueblo florecerá como el lirio, hundirá profundamente sus raíces, como el álamo, y sus renuevos se propagarán; su esplendor será como el del olivo y tendrá la fragancia de los cedros del Líbano. Volverán a vivir bajo mi sombra, cultivarán los trigales y las viñas, que serán tan famosas como las del Líbano. (Os 14:2-10)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/071224.cfm
Llegamos a la conclusión de la profecía de Oseas con esta promesa de restauración. En los profetas, volver a Dios nunca significa hacer cosas "de iglesia", sino hacer la obra de justicia para que el huérfano encuentre piedad en ti.
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"Cuando Israel era niño, yo lo amé, y de Egipto llamé a mi hijo, dice el Señor. Yo fui quien enseñó a andar a Efraín, yo quien lo llevaba en brazos; pero no comprendieron que yo cuidaba de ellos. Yo los atraía hacia mí con los lazos del cariño, con las cadenas del amor. Yo fui para ellos como un padre, que estrecha a su creatura y se inclina hacia ella para darle de comer. (Os 11:1-4, 8a-9)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/071124.cfm
Hoy celebramos al padre de los monjes de Occidente. Aunque hubo monjes antes que San Benito, su regla para los monasterios, conocida por su moderación y sentido común, se convirtió en el modelo de las reglas de muchas órdenes religiosas. Las primeras palabras de la Regla de San Benito son: “Escucha, hijo, los preceptos del Maestro, e inclina el oído de tu corazón; recibe con gusto el consejo de un padre piadoso, y cúmplelo verdaderamente”.
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Siembren justicia y cosecharán misericordia; preparen sus tierras para la siembra, pues ya es tiempo de buscar al Señor, para que venga y llueva la salvación sobre ustedes. (Os 10:1-3, 7-8, 12)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/071024.cfm
El profeta Oseas afirma con asombro que la justicia es fruto de la piedad. La justicia no es opcional. La justicia es a donde nos debe llevar nuestro amor a Dios. Si nuestro amor a Dios no se expresa en amor al prójimo, entonces no hemos amado a Dios en absoluto.
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En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba a la gente, una mujer de entre el gentío levantó la voz, diciendo: «Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te criaron.» Pero él repuso: «Mejor, dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen». (Lc 11:27-28)
https://web-ordo-colombiano.cec.org.co/lectura-dia
Hoy es la fiesta patronal de Colombia, Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá. Como le dice Isabel a María, “Dichosa tú que has creído, lo que el Señor te dijo se cumplirá”. Y Jesús nos dice a todos nosotros: “Dichosos los que oyen la Palabra de Dios y la ponen en práctica”.