Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.
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Cristo nos ha liberado para que seamos libres. Conserven, pues, la libertad y no se sometan de nuevo al yugo de la esclavitud. (Gál 4:22-24, 26-27, 31-5:1)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/101424.cfm
La libertad nunca ha sido una virtud teologal, como la Fe, la Esperanza y el Amor. Sin embargo, la Libertad o el deseo de Libertad es esencial para que la Fe, la Esperanza y el Amor se realicen. Si no somos libres, seguimos esclavizados al miedo al castigo. Pero Aquel que es “mayor que Jonás” es Aquel que por Su Cruz y Resurrección verdaderamente nos ha hecho libres, libres para ser hijos de Dios.
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Entonces Pedro le dijo a Jesús: “Señor, ya ves que nosotros lo hemos dejado todo para seguirte”. Jesús le respondió: “Yo les aseguro: Nadie que haya dejado casa, o hermanos o hermanas, o padre o madre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, dejará de recibir, en esta vida, el ciento por uno en casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y tierras, junto con persecuciones, y en el otro mundo, la vida eterna”.
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/101324.cfm
Al crecer como hijo único, nunca tuve mucha familia. Al mirar atrás a más de 46 años de ministerio, puedo decir verdaderamente que la promesa del Señor de cien veces más “hermanos, hermanas y madres” se ha cumplido en todas las personas en todas las parroquias donde he tenido el privilegio de trabajar. Agradezco a todos los hermanos, hermanas y madres que han llenado mi vida y me rodean con tanto amor. Estoy especialmente agradecido a mi madrecita colombiana, Doña Ofelia Arroyave, quien extraoficialmente me adoptó en su familia. Aquí en Colombia tengo 10 hermanos y hermanas, 19 sobrinos y sobrinas nietas, ¡y una más en camino! ¡Su bandera sobre mí es amor!
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Así pues, todos ustedes son hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús, pues, cuantos han sido incorporados a Cristo por medio del bautismo, se han revestido de Cristo. Ya no existe diferencia entre judíos y no judíos, entre esclavos y libres, entre varón y mujer, porque todos ustedes son uno en Cristo Jesús. Y si ustedes son de Cristo, son también descendientes de Abraham y la herencia que Dios le prometió les corresponde a ustedes. (Gál 3:21-29)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/101224.cfm
Por nuestro bautismo en Cristo somos descendientes de Abraham y herederos de la promesa. Recuerdo la Marcha de los Inmigrantes en Asheville cuando llevaba con orgullo un cartel que decía: “Bisnieto de inmigrantes”. Hoy es el cumpleaños de mi abuelo, Furman Nielsen Torp (1888-1967) y también de mi padre, Charles Elmer Boyd (1922-1968).
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Además, Cristo nos redimió de la maldición de la ley, haciéndose objeto de maldición por nosotros, puesto que la Escritura dice: Maldito sea aquel que cuelga de un madero. Esto sucedió para que la bendición otorgada por Dios a Abraham llegara también, por Cristo Jesús, a los paganos y para que recibiéramos, por medio de la fe, el Espíritu prometido. (Gál 3:7-14)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/101124.cfm
Cristo se convirtió en maldición para nosotros. Como siempre ha proclamado la Iglesia: “¡Jesús murió por todos!” Y como el viejo himno nos invita a cantar: “¡Qué maravilloso amor es este!”
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Así también les digo a ustedes: Pidan y se les dará, busquen y encontrarán, toquen y se les abrirá. Porque quien pide, recibe; quien busca, encuentra y al que toca, se le abre. (Lc 11:5-11)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/101024.cfm
A veces la gente sólo necesita permiso; bueno, espiritualmente, el Señor nos da permiso para pedir, buscar y tocar. Si sabemos dar buenos regalos a nuestros hijos, cuánto más nuestro Padre celestial nos dará el Espíritu Santo si se lo pedimos.