Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.
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Al ver a las multitudes, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y desamparadas, como ovejas sin pastor. Entonces dijo a sus discípulos: “La cosecha es mucha y los trabajadores, pocos. Rueguen, por lo tanto, al dueño de la mies que envíe trabajadores a sus campos”. (Mt 9:32-38)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/070825.cfm
Ayer, mi amigo, el Padre Larry Richardt (1937-2025), falleció en el Señor. Muchos de los que pasamos por el Seminario de San Meinrad conocimos al Padre Larry como un director espiritual que nos acompañó con sabiduría y compasión; como un querido amigo que atesoraba los preciosos recuerdos y conexiones de vidas compartidas en Cristo; como un maestro devoto que nos enseñó a celebrar bien. Y con su ejemplo, Larry nos enseñó a ser sacerdotes según el Corazón de Cristo.
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Cuando Jacob despertó de su sueño, dijo: “Realmente el Señor está en este lugar y yo no lo sabía”. Y exclamó asustado: “¡Qué terrible es este lugar! Es nada menos que la casa de Dios y la puerta del cielo”. Y a aquella ciudad le puso por nombre Betel. (Gén 28:10-22)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/070725.cfm
Janua Caeli (Puerta del Cielo) fue tallada sobre la puerta trasera de la Basílica Catedral de la Inmaculada Concepción en Mobile, Alabama, que conducía a la sacristía. En esa iglesia me convertí al catolicismo. https://youtu.be/eqdr2DLE3lU?si=fKiCHXqNivYmmxUl
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No permita Dios que yo me gloríe en algo que no sea la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por el cual el mundo está crucificado para mí y yo para el mundo. (Gál 6:14-18)
Jesús designó a otros setenta y dos discípulos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares a donde pensaba ir. (Lc 10:1-12, 17-20)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/070625.cfm
La vida de un misionero es muy difícil. Recuerdo a mi amigo, el Padre Ted Hochstatter (1949-2022. Asistí a su ordenación y a su primera Misa de Acción de Gracias, y supe entonces que Dios lo usaría para una gran obra. El llamado de Dios le llegó a través de la Madre Teresa. El Padre Ted se hizo sacerdote misionero que trabajó con las Misioneras de la Caridad de la Madre Teresa en África. El Padre Ted pasó más de 20 años trabajando con los más pobres de Kenia. Tal vez no estaremos llamados a los últimos rincones del mundo, pero podemos chismear el evangelio en nuestro rinconcito.
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Nadie echa el vino nuevo en odres viejos, porque los odres se rasgan, se tira el vino y se echan a perder los odres. El vino nuevo se echa en odres nuevos y así las dos cosas se conservan. (Mt 9:14-17)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/070525.cfm
Vino nuevo/odres frescos. Quizás necesitemos abandonar nuestros viejos prejuicios y odios y adoptar una nueva forma de pensar y actuar si queremos recibir la gracia nueva que Dios quiere derramar en nosotros. La Virgen María, llena de gracia, nos recuerda que debemos guardar todas estas cosas y meditarlas en nuestro corazón. La Virgen de las Uvas es de Pierre Mignard (1612-1695) y se encuentra en el Louvre, París.
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Después, cuando estaba a la mesa en casa de Mateo, muchos publicanos y pecadores se sentaron también a comer con Jesús y sus discípulos. Viendo esto, los fariseos preguntaron a los discípulos: “¿Por qué su Maestro come con publicanos y pecadores?” Jesús los oyó y les dijo: “No son los sanos los que necesitan de médico, sino los enfermos. Vayan, pues, y aprendan lo que significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios. Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores”. (Mt 9:9-13)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/070425.cfm
En un mundo donde la misericordia y la compasión son ridiculizadas y la crueldad es celebrada, que Jesús se siente a la mesa con aquellos que todos los demás rechazarían nos llama a la rendición de cuentas. La Declaración de Independencia (1776) hace la audaz declaración de que todos los hombres (y mujeres) "son creados iguales, que son dotados por su Creador con ciertos Derechos inalienables, que entre estos están la Vida, la Libertad y la búsqueda de la Felicidad". Como proclama orgullosamente la Estatua de la Libertad en el puerto de Nueva York: "Denme a sus cansados, a sus pobres, sus masas apiñadas anhelando respirar libres". Tal vez, hemos perdido algo.
