Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.
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Job abrió sus labios y maldijo el día de su nacimiento, diciendo: "¡Maldito el día en que nací!” (Jb 3:1-3, 11-17, 20-23)
R. Señor, presta oído a mi clamor. (Salmo 87)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/100124.cfm
Muchos amigos en Asheville y en los pueblitos de las montañas del oeste de Carolina del Norte rezan las palabras de Job y de este salmo con el corazón quebrantado. Aunque por fin está llegando ayuda, la devastación completa del huracán Helene y la pérdida de vidas humanas y los servicios públicos son abrumadoras. Conocida como la Pequeña Flor, Santa Teresa del Niño Jesús (1873-1897), en su dulce confianza en el amor providencial de Dios, nos recuerda que el Señor verdaderamente escucha nuestras oraciones.
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"Desnudo salí del vientre de mi madre y desnudo volveré allá. El Señor me lo dio, el Señor me lo quitó; esa fue su voluntad: ¡Bendito sea el nombre del Señor!" (Jb 1:6-22)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/093024.cfm
Este es probablemente el dicho más famoso del Libro de Job que comenzamos a leer hoy. Job hace todas las preguntas correctas; las respuestas son siempre un misterio. A San Jerónimo (342-420) le encantaba el desafío de las Escrituras y aprendió griego y hebreo para poder traducir la Palabra de Dios al latín, que era la lengua franca de su época. Pero no era el latín de la Academia. Más bien, como decía mi profesor de seminario, era latín de la calle, latín hip-hop, y como añadió mi profesor: "Todas las prostitutas de Roma podrían leerlo y entenderlo". La traducción de San Jerónimo se llama la Vulgata.
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Todo aquel que les dé a beber un vaso de agua por el hecho de que son de Cristo, les aseguro que no se quedará sin recompensa. (Mc 9:38-43, 45, 47-48)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/092924.cfm
Qué importante es cuidar unos de otros: cada acto de bondad será recompensado y recordado. Hoy recordamos y rezamos por todos nuestros amigos y seres queridos en Asheville y las montañas del oeste de Carolina del Norte. Viví y trabajé en las montañas de Carolina del Norte durante más de 30 años. La destrucción generalizada es increíble. Hay muchos muertos o desaparecidos. No hay agua, ni luz, ni servicio de telefonía celular, ni internet, ni gasolina. Las carreteras están intransitables. Hay poca o ninguna comida. Muchos han perdido sus hogares y sus trabajos y el invierno se acerca rápidamente. Pero la gente de las montañas es dura. Los montañeros tienen mucha fe, como dijo hace mucho el salmista: Levanto mis ojos hacia las montañas. ¿De dónde vendrá mi ayuda? Mi ayuda viene del Señor, creador del cielo y de la tierra. (Salmo 121).
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Acuérdate de tu Creador en tus años jóvenes, antes de que vengan los días amargos y se te echen encima los años en que dirás: “No hallo gusto en nada”. Cuando tiemblen los guardias de la casa y se dobleguen los valientes. Cuando las que muelen sean pocas y dejen de trabajar y las que miran por las ventanas se queden ciegas. (Eclesiastés 11:9-12:8)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/092824.cfm
Esta última lectura del Libro de Eclesiastés tiene la descripción poética más inquietante de la vejez que comienza con la palabra “Acuérdate”. El video de hoy es de la famosa canción colombiana, Yo También Tuve 20 Años. La Virgen María nos recuerda glorificar siempre al Señor.
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Hay un momento para todo y un tiempo para cada cosa bajo el sol: un tiempo para nacer y un tiempo para morir. Dios puso en el corazón del hombre el sentido del tiempo pasado y futuro, sin que el hombre pueda descubrir la obra que hace Dios desde el principio hasta el fin. (Eclesiastés 3:1-11)
https://www.eucaristiadiaria.cl/dia_cal.php?fecha=2024-09-27
Para todo hay una temporada. Este famoso pasaje del Libro de Eclesiastés nos invita a todos a reflexionar sobre el rumbo de nuestras vidas. San Vicente de Paúl (1581-1660), quien fue la Madre Teresa de su tiempo, tuvo el don de reclutar a personas comunes para hacer cosas hermosas para Dios cuidando a los pobres.