Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.

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Habló Moisés al pueblo, diciendo: “Pero ten cuidado y atiende bien: No vayas a olvidarte de estos hechos que tus ojos han visto, ni dejes que se aparten de tu corazón en todos los días de tu vida; al contrario, transmíteselos a tus hijos y a los hijos de tus hijos”. (Dt 4:1, 5-9)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/032625.cfm
“Recuerden las gracias”, ese era el consejo que los monjes ancianos siempre nos daban a los jóvenes. Y como dijo el abuelo de la película Avalon (1990): “Debemos contar la historia. Porque cuando dejamos de recordar, olvidamos”.

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Al oír esto, todos los que estaban en la sinagoga se llenaron de ira, y levantándose, lo sacaron de la ciudad y lo llevaron hasta una saliente del monte, sobre el que estaba construida la ciudad, para despeñarlo. Pero él, pasando por en medio de ellos, se alejó de allí. (Lc 4:24-30)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/032425.cfm
Cuando Jesús va a la sinagoga de su pueblo y empieza a predicar sobre la intervención de Dios a favor de los extranjeros, sus vecinos quieren matarlo. Se parece mucho a lo que ocurre hoy. El odio a los extranjeros, el odio a los inmigrantes, nunca reciben el sello de aprobación de Jesús.

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María contestó: “Yo soy la esclava del Señor; cúmplase en mí lo que me has dicho”. Y el ángel se retiró de su presencia. (Lc 1:26-38)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/032525.cfm
Como decía mi director espiritual, el P. Joe McCloskey, S.J. (1932-2016): Toda la creación estaba pendiente de la respuesta de María al Ángel del Señor. ¿Cuál será nuestra respuesta a la invitación del Señor? ¿Diremos que sí como María?

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Viendo el Señor que Moisés se había desviado para mirar, lo llamó desde la zarza: “¡Moisés, Moisés!” Él respondió: “Aquí estoy”. Le dijo Dios: “¡No te acerques! Quítate las sandalias, porque el lugar que pisas es tierra sagrada”. Y añadió: “Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob”. Entonces Moisés se tapó la cara, porque tuvo miedo de mirar a Dios. (Éx 3:1-8a, 13-15)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/032325-YearC.cfm
La Zarza Ardiente, Tierra Sagrada, Deja Ir a Mi Pueblo. La historia de la salvación es una revelación poderosa. Dios continúa llamándonos a la misión de liberar a las personas.

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Se puso entonces a reflexionar y se dijo: '¡Cuántos trabajadores en casa de mi padre tienen pan de sobra, y yo, aquí, me estoy muriendo de hambre! Me levantaré, volveré a mi padre y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo. Recíbeme como a uno de tus trabajadores'. (Lc 15:1-3, 11-32)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/032225.cfm
El hijo menor no entiende nada. Cree que puede ganarse la vida. Pero el padre no quiere oír nada y tiene que recordarle con dulzura: «Eres y siempre serás mi hijo». Como nos recuerda el papa Francisco, "Dios nos ama con amor de padre" https://youtu.be/gOcBNnNbMyo?si=qgVD4MvBb5yKNX2c.