Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.

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Yo recibí del Señor lo mismo que les he trasmitido: que el Señor Jesús, la noche en que iba a ser entregado, tomó pan en sus manos, y pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo: “Esto es mi cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía”. Lo mismo hizo con el cáliz después de cenar, diciendo: “Este cáliz es la nueva alianza que se sella con mi sangre. Hagan esto en memoria mía siempre que beban de él”. Por eso, cada vez que ustedes comen de este pan y beben de este cáliz, proclaman la muerte del Señor, hasta que vuelva. (1 Con 11:23-26)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/040623-Supper.cfm
El relato más antiguo de la institución de la Eucaristía es este pasaje de la Primera Carta de Pablo a los Corintios. La Eucaristía proviene no solo de la Última Cena que Jesús tuvo con sus discípulos sino de todas las comidas que Jesús compartió con sus discípulos.

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Ofrecí la espalda a los que me golpeaban. No aparté mi rostro a los insultos y salivazos. (Is 50:4-9a)
Uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a ver a los sumos sacerdotes y les dijo: "¿Cuánto me dan si les entrego a Jesús?" (Mt 26:14-25)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/040523.cfm
En esta Semana Santa, es importante que recordemos las palabras del Concilio Vaticano II (1965): “Lo que en su Pasión se hizo, no puede ser imputado ni indistintamente a todos los judíos que entonces vivían, ni a los judíos de hoy”. La iglesia advirtió: “no se ha de señalar a los judíos como reprobados de Dios ni malditos”. Y por fin, dijo el Concilio: “la Iglesia, que reprueba cualquier persecución contra los hombres, consciente del patrimonio común con los judíos, e impulsada la religiosa caridad evangélica, deplora los odios, persecuciones y manifestaciones de antisemitismo de cualquier tiempo y persona contra los judíos” (Nostra Aetate, 4).

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“Te voy a convertir en luz de las naciones, para que mi salvación llegue hasta los últimos rincones de la tierra”. (Is 49:1-6)
Uno de ellos, al que Jesús tanto amaba, se hallaba reclinado a derecha de Jesús. (Jn 13:21-33, 36-38)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/040423.cfm
Una figura central del Cuarto Evangelio (el que llamamos “según San Juan”) es el Discípulo Amado. En el Cenáculo, es el Discípulo Amado, no Pedro ni Juan ni ninguno de los otros, quien está más cerca de Jesús. Aunque generalmente se considera anónimo, tal vez el Discípulo Amado sea en realidad nombrado por el escritor del evangelio en el capítulo 11. Sin embargo, el Discípulo Amado representa a todos nosotros, los discípulos amados del Señor. El segundo Canto del Siervo nos recuerda que la luz ha de “llegar hasta los últimos rincones de la tierra”.

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Miren a mi siervo, a quien sostengo, a mi elegido, en quien tengo mis complacencias. (Is 42:1-7)
Los sumos sacerdotes deliberaban para matar a Lázaro, porque a causa de él, muchos judíos se separaban y creían en Jesús. (Jn 12:1-11)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/040323.cfm
Hay cuatro Cantos del Siervo del Señor en la Profecía de Isaías. Se asignan al Lunes Santo, Martes Santo y Miércoles Santo. El Viernes Santo escucharemos el cuarto canto, el Canto del Siervo Sufriente. Estos cánticos se usaron extensamente en la predicación de la iglesia primitiva. La canción de hoy hace eco de la voz que se escuchó en el Bautismo de Jesús. La cena en la casa de Betania adquiere un significado adicional con la comida que sirve Marta, el gesto extravagante de la unción de Jesús por María y luego el complot para matar a Lázaro.

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Poco después se acercaron a Pedro los que estaban ahí y le dijeron: “No cabe duda de que tú también eres de ellos, pues hasta tu modo de hablar te delata”. Entonces él comenzó a echar maldiciones y a jurar que no conocía a aquel hombre. Y en aquel momento cantó el gallo. Entonces se acordó Pedro de que Jesús había dicho: ‘Antes de que cante el gallo, me habrás negado tres veces’. Y saliendo de ahí se soltó a llorar amargamente. (Mt 26:14-27:66)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/040223.cfm
La angustia de Pedro por sus negaciones rompe el corazón de todos los creyentes porque todos hemos estado allí. Quizás no en algún gran gesto de rechazo, sino en las muchas pequeñas negaciones diarias. Pero la misericordia nos rodea, cada momento de nuestras vidas y nos da la gracia de extender esa misericordia a los demás. Amar como Jesús nos ha amado a todos. Que esta Semana Santa que tenemos ante nosotros esté llena de gracia y renovación para el ministerio y el servicio del pueblo de Dios.