Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.

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Tomás le respondió: “¡Señor mío y Dios mío!” Jesús añadió: “Tú crees porque me has visto; dichosos los que creen sin haber visto”. (Jn 20:19-31)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/041623.cfm
Misericordia es darle a otros otra oportunidad. Es lo que llamamos una repetición. Thomas gana una segunda oportunidad para todos nosotros. Por alguna razón, Thomas no estaba el primer domingo de Pascua, simplemente estuvo ausente. Y cuando los otros le contaron lo que había pasado, se negó a creer. Pero el PRÓXIMO domingo no se perdió la reunión, Thomas estaba allí. Y aunque el Señor le dice que toque sus heridas, Tomás NO LO HACE. En cambio, Tomás ve y cree y luego nos da la confesión más alta de Jesús en todo el Nuevo Testamento, "¡Señor mío y Dios mío!" ¡Tomás el Incrédulo se ha convertido en Tomás es el Creyente! Esa es verdaderamente la Misericordia Divina, una misericordia que a su vez debemos extender a los demás.

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Los sumos sacerdotes, los ancianos y los escribas, se quedaron sorprendidos al ver la audacia con que Pedro y Juan hablaban, pues sabían que eran hombres del pueblo sin ninguna instrucción. Ya los habían reconocido como pertenecientes al grupo que andaba con Jesús. (Acts 4:13-21)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/041523.cfm
“Audacia”, como San Pedro y San Juan, probablemente no tanto. “Sin ninguna instrucción” no figura en ninguno de los dos porque los dos son bien preparados. Pero “hombres del pueblo” o "hombres ordinarios" encaja a la perfección. Y definitivamente "compañeros de Jesús". La foto de hoy es del Diácono Julio Vega con el Padre en la sacristía de Nuestra Señora de las Lomas (Envigado, Medellín, Colombia), tomada el miércoles pasado antes de la Misa de la mañana. Para ser un par de viejitos, hacemos un buen equipo.

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Entonces Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red, repleta de pescados grandes. Eran ciento cincuenta y tres, y a pesar de que eran tantos, no se rompió la red. Luego les dijo Jesús: “Vengan a almorzar”. Y ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: ‘¿Quién eres?’, porque ya sabían que era el Señor. Jesús se acercó, tomó el pan y se lo dio y también el pescado. (Jn 21:1-14)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/041423.cfm
Llamo a este pasaje “Desayuno Junto al Mar”. Es interesante que el Discípulo Amado es el que reconoce que Aquel en la orilla es el Señor (¡aún después de la pesca milagrosa los otros discípulos no tienen ni idea!). La invitación, “Vengan a almozar”, refleja la Alimentación de los Cinco Mil con los panes y los peces de antes en este evangelio y es una referencia a la Eucaristía.

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Mientras hablaban de esas cosas, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: "La paz esté con ustedes". Ellos, desconcertados y llenos de temor, creían ver un fantasma. Pero él les dijo: "No teman; soy yo. ¿Por qué se espantan? ¿Por qué surgen dudas en su interior? Miren mis manos y mis pies. Soy yo en persona, tóquenme y convénzanse: un fantasma no tiene ni carne ni huesos, como ven que tengo yo". Y les mostró las manos y los pies. (Lc 24:35-48)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/041323.cfm
El escritor del evangelio de hoy trata de ayudarnos a comprender la Resurrección, pero incluso aquí fallan las palabras. Tal vez como dice el escritor de los discípulos: estaban todavía incrédulos de alegría y estaban atónitos.

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Cuando estaban a la mesa, tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. Entonces se les abrieron los ojos y lo reconocieron, pero él se les desapareció. Y ellos se decían el uno al otro: "¡Con razón nuestro corazón ardía, mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras!" Se levantaron inmediatamente y regresaron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, los cuales les dijeron: "De veras ha resucitado el Señor y se le ha aparecido a Simón". Entonces ellos contaron lo que les había pasado en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan. (Lc 24:13-35)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/041223.cfm
Esta es una de mis lecturas favoritas de Pascua porque también es nuestra historia. No andamos solos, el Señor nos da compañeros del Camino. El Resucitado es el Huésped invisible en todas las comidas, porque como los dos discípulos de Emaús, también nosotros lo conocemos en la Fracción del Pan.