Siguiendo su camino, llegaron a un lugar donde había agua, y el etíope dijo: “Aquí hay agua, ¿qué me impide ser bautizado?” Y ordenó que detuvieran el carro; ambos descendieron hasta el agua, y Felipe lo bautizó. Cuando salieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe, y el etíope no lo vio más, pero seguía gozoso su camino. (Hch 8:26-40)
https://www.eucaristiadiaria.cl/dia_cal.php?fecha=2023-04-27
La historia de Felipe y el eunuco etíope es probablemente una de las más importantes en la vida de la iglesia primitiva. Cuando el eunuco pregunta: “¿Qué me impide ser bautizado?”, la respuesta, por supuesto, es la Ley de Dios, en la que los hombres como él eran considerados una abominación. Sin embargo, es el Espíritu obrando en Felipe y en el eunuco, por lo que Felipe lo bautiza y el eunuco “seguía gozoso su camino”.
Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.
Jueves, Semana III, Pascua
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