Ananías fue allá, entró en la casa, le impuso las manos a Saulo y le dijo: "Saulo, hermano, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino, me envía para que recobres la vista y quedes lleno del Espíritu Santo". Al instante, algo como escamas se le desprendió de los ojos y recobró la vista. Se levantó y lo bautizaron. Luego comió y recuperó las fuerzas. Se quedó unos días con los discípulos en Damasco y se puso a predicar en las sinagogas, afirmando que Jesús era el Hijo de Dios. (Hch 9:1-20)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/042823.cfm
La Conversión de Saulo (que se convierte en Pablo) es uno de los eventos más dramáticos en los Hechos de los Apóstoles y en la vida de la iglesia primitiva. Fue Ananías, en representación de la comunidad, quien confirmó la experiencia de Pablo con el Señor Resucitado, lo ayudó a comprenderla y luego le mostró el camino del bautismo.
Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.
Viernes, Semana III, Pascua
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