Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.
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Salmo Responsorial (Salmo 137)
R. Te cantaremos, Señor, delante de tus ángeles.
De todo corazón te damos gracias,
Señor, porque escuchaste nuestros ruegos.
Te cantaremos delante de tus ángeles,
te adoraremos en tu templo.
R. Te cantaremos, Señor, delante de tus ángeles.
La Divina Liturgia de San Juan Crisóstomo nos dice que en la celebración de la Eucaristía somos como los ángeles en que representamos a los Querubines y cantamos el canto de los Serafines, que cantan Santo, Santo, Santo:
Nosotros que místicamente representamos a los Querubines, y que cantamos el Himno Trisagio (tres veces santo)
a la Trinidad vivificadora: apartémonos de todo interés mundano,
para que recibamos al Rey de todos, acompañado invisiblemente por legiones angélicas. Aleluya.
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Esto dice el Señor de los ejércitos: “En aquellos días, diez hombres de cada lengua extranjera tomarán por el borde del manto a un judío y le dirán: ‘Queremos ir contigo, pues hemos oído decir que Dios está con ustedes’ ”. (Zac 8:20-23)
Imagina la sorpresa. . . un desconocido, un extranjero en eso, se acerca a ti en la calle, te agarra y te dice: “Oye, escuché que Dios está ustedes. ¿Puedo unirme?" Hoy es la fiesta de San Lorenzo Ruiz (el primer santo filipino canonizado) y sus compañeros, misioneros mártires en Japón.
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Esto dice el Señor de los ejércitos: ‘Yo salvaré a mi pueblo de los países de oriente y occidente, y lo traeré aquí para que habite en Jerusalén. El será mi pueblo y yo seré su Dios, lleno de fidelidad y de justicia’ ”. (Zac 8:1-8)
Ningún santo ha inspirado a la iglesia a trabajar por la justicia como San Vicente de Paúl. Como nos recuerdan las Escrituras, trabajar por la justicia es una parte esencial de la fe porque nuestro Dios nos viene con fidelidad y justicia. Como dijo San Vicente de Paúl: "No hay caridad sin justicia".
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En aquellos días, el Señor descendió de la nube y habló con Moisés. Tomó del espíritu que reposaba sobre Moisés y se lo dio a los setenta ancianos. Cuando el espíritu se posó sobre ellos, se pusieron a profetizar. Moisés dijo: “Ojalá que todo el pueblo de Dios fuera profeta y descendiera sobre todos ellos el espíritu del Señor” (Num 11:25-29).
El Espíritu de Dios se da generosamente. El Espíritu llena la tierra y nosotros también. La mayoría de nosotros no nos consideramos profetas, por eso San Pablo tiene un buen consejo para nosotros: “No apaguen el Espíritu” (1 Ts. 5:19). Quizás debamos prestar atención a esa antigua oración al Espíritu Santo:
Ven, Espíritu Santo,
llena los corazones de tus fieles
y enciende en nosotros el fuego de tu amor.
Envía tu Espíritu y seremos creados.
Y se renovará la faz de la tierra.
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Salmo Responsorial (Jer 31, 10. 11-12ab. 13)
R. El Señor nos guardará como un pastor a su rebaño.
Escuchen, pueblos, la palabra del Señor, anúncienla aun en las islas más remotas: “El que dispersó a Israel lo reunirá y lo cuidará como el pastor a su rebaño”.
R. El Señor nos guardará como un pastor a su rebaño.
Entonces se alegrarán las jóvenes, danzando; Se sentirán felices jóvenes y viejos; porque yo convertiré su tristeza en alegría, los llenaré de gozo y aliviaré sus penas.
R. El Señor nos guardará como un pastor a su rebaño.
Cuando estamos devastados y deprimidos, sentimos que nunca más seremos felices. Pero Dios tiene otros planes. . . para convertir nuestra tristeza en alegría. ¿Por qué nunca hablan de divertirse y bailar cuando hablan del cielo? ¡Sin duda necesitamos unas buenas noticias! Bueno, el profeta nos recuerda que el Señor nos guarda como un pastor guarda a su rebaño. “¡Escuchen, pueblos, la palabra del Señor!"