Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.
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Porque sostenemos que el hombre es justificado por la fe y no por hacer lo que prescribe la ley de Moisés. ¿Acaso Dios es Dios sólo de los judíos? ¿No lo es también de los gentiles? Evidentemente que sí, puesto que no hay más que un solo Dios, que justifica por medio de la fe tanto a los judíos como a los gentiles. (Rom 3:21-30)
¿Dios no pertenece también a los gentiles? ¡Qué pregunta retórica! Pero va al grano. Porque si Dios también pertenece a los gentiles . . . entonces el mundo ya no estará dividido entre "nosotros y ellos". Dios es para todos. Y eso es bastante radical. Quizás por eso Jesús nos enseñó a orar, "Padre nuestro", porque ¿quién no está incluido en el "nuestro"? El video es del Padrenuestro cantado en arameo.
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Dios pagará a cada uno según sus obras. (Rom 2:1-11)
Como nos recuerda San Pablo, la salvación nos llega por la gracia de Dios dada gratuitamente en Jesucristo. Y como dice el salmista: “Sólo Dios es mi esperanza,
de Dios viene mi salvación y mi gloria (Salmo 61)”.
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Porque las cosas de Dios que se pueden conocer, las tienen a la vista; Dios mismo se las ha manifestado. Pues las perfecciones invisibles de Dios, como su poder eterno y su divinidad, resultan visibles desde la creación del mundo para quien reflexiona sobre sus obras, de modo que no tienen disculpa. (Rom 1:16-25)
La belleza de la creación no es un obstáculo para la fe. La fe y la ciencia no se excluyen mutuamente, sino que van juntas. Como proclama el salmo de hoy: “Los cielos proclaman la gloria de Dios y el firmamento anuncia la obra de sus manos. Un día comunica su mensaje al otro día y una noche se lo transmite a la otra noche” (Salmo 19).
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Yo, Pablo, siervo de Cristo Jesús, he sido llamado por Dios para ser apóstol y elegido por él para proclamar su Evangelio. A todos ustedes, los que viven en Roma, a quienes Dios ama y ha llamado a formar parte de su pueblo santo, les deseo la gracia y la paz de Dios, nuestro Padre, y de Jesucristo, el Señor. (Rom 1:1-7)
La Carta de Pablo a los Romanos es la obra maestra de todas sus cartas. Hoy comenzamos la lectura continua de esta carta. Tanto Pablo como Pedro fueron martirizados en Roma. Y así, la Iglesia de Roma reclama a los dos apóstoles más grandes, Pedro y Pablo, como sus fundadores. Hoy es la fiesta del Papa San Juan XXIII, sucesor de San Pedro en la Iglesia de Roma. Convocó el Concilio Vaticano II.
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En aquel tiempo, cuando salía Jesús al camino, se le acercó corriendo un hombre, se arrodilló ante él y le preguntó: “Maestro bueno, ¿qué debo hacer para alcanzar la vida eterna?” Jesús le contestó: “Ya sabes los mandamientos”. Entonces él le contestó: “Maestro, todo eso lo he cumplido desde muy joven”. Jesús lo miró con amor y le dijo: “Sólo una cosa te falta: Ve y vende lo que tienes, da el dinero a los pobres y así tendrás un tesoro en los cielos. Después, ven y sígueme”. Pero al oír estas palabras, el hombre se entristeció y se fue apesadumbrado, porque tenía muchos bienes. (Mc 10:17-30)
El secreto de los santos es que escucharon el evangelio dirigido a ellos. Y luego actuaron en consecuencia. La pregunta para nosotros es ¿qué escuchamos? ¿Nos está hablando el Señor? Y si es así, ¿qué haremos al respecto para poder seguirlo?