Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.
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Dichosos aquellos a quienes su señor, al llegar, encuentre en vela. Yo les aseguro que se recogerá la túnica, los hará sentar a la mesa y él mismo les servirá. (Lc 12:35-38)
¡Si estamos listos cuando venga, el Señor nos servirá! Hoy es la fiesta de los mártires norteamericanos que se encontraron listos cuando vino el Señor. Los mártires son San Juan de Brébeuf (1649), San Noël Chabanel (1649), San Antonio Daniel (1648), San Carlos Garnier (1649), San René Goupil (1642), San Isaac Jogues (1646). ), San Juan de Lalande (1646) y San Gabriel Lalemant (1649). Los ocho eran misioneros jesuitas que murieron en Canadá y el norte del estado de Nueva York.
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Quédense en esa casa. Coman y beban de lo que tengan, porque el trabajador tiene derecho a su salario. No anden de casa en casa. (Lc 10:1-9)
¡Qué instrucción tan interesante para los primeros misioneros cristianos: obviamente, algunos misioneros estaban buscando mejores alojamientos o una mejor mesa! Hoy no es tanto la fiesta de una persona (un escritor del evangelio), sino la fiesta del evangelio mismo, al que llamamos "según san Lucas".
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“El que quiera ser grande entre ustedes que sea su servidor, y el que quiera ser el primero, que sea el esclavo de todos, así como el Hijo del hombre, que no ha venido a que lo sirvan, sino a servir y a dar su vida por la redención de todos”. (Mc 10:35-45)
No vino para ser servido, sino para servir y dar su vida . . . con sus sufrimientos mi siervo justificará a muchos. . . los ojos del Señor están sobre los que esperan su bondad para librarlos de la muerte. . . Tenemos un gran sumo sacerdote que ha entrado en el cielo, Jesús, el Hijo de Dios, así que acerquémonos confiadamente al trono de la gracia para recibir misericordia.
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Abraham es nuestro padre delante de aquel Dios en quien creyó y que da la vida a los muertos y llama a la existencia a las cosas que todavía no existen. Él, esperando contra toda esperanza, creyó que habría de ser padre de muchos pueblos, conforme a lo que Dios le había prometido: Así de numerosa será tu descendencia. (Rom 4:13, 16-18)
La fe de Abraham es compartida y venerada por judíos, cristianos y musulmanes. De hecho, ¡cuán numerosos son los descendientes de Abraham! La foto de hoy es nuestro padre, Abraham, con sus muchos hijos. María, la madre de Jesús y la nuestra también, es descendiente de Abraham.
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“¿No se venden cinco pajarillos por dos monedas? Sin embargo, ni de uno solo de ellos se olvida Dios; y por lo que a ustedes toca, todos los cabellos de su cabeza están contados. No teman, pues, porque ustedes valen mucho más que todos los pajarillos’’. (Lc 12:1-7)
De hecho, valemos más que muchos gorriones. Entonces, Dios se fija en nosotros, Dios vela por nosotros, porque somos preciosos a los ojos de Dios. Santa Teresa de Jesús (o Santa Teresa de Ávila como también se la conoce) es Doctora de Oración:
Nada te turbe,
nada te espante,
todo se pasa,
Dios no se muda;
la paciencia
todo lo alcanza;
quien a Dios tiene
nada le falta:
Sólo Dios basta.