Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.
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José les dijo: “Acérquense”. Se acercaron y él continuó: “Yo soy su hermano José, a quien ustedes vendieron a los egipcios. Pero no se asusten ni se aflijan por haberme vendido, pues Dios me mandó a Egipto antes que a ustedes para salvarles la vida”. (Gén 44:18-21, 23b-29; 45:1-5)
La historia del Patriarca José continúa hoy con la gran revelación. . . "Yo soy su hermano José". ¡Guau! Dios siempre nos tiene sorpresas, porque Dios siempre tiene un plan.
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El hombre le dijo: “Suéltame, pues ya está amaneciendo”. Jacob le respondió: “No te soltaré hasta que me bendigas”. (Gén 23:23-33)
Al ver a las multitudes, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y desamparadas, como ovejas sin pastor. (Mt 9:32-38)
A veces, cuando hemos luchado y perseverado, no debemos soltar al ángel hasta que hayamos pedido una bendición. Y el Señor nos dará una bendición, porque él es el Buen Pastor y siempre tenemos un lugar en su corazón.
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Y a aquella ciudad le puso por nombre Betel,
Jacob hizo una promesa, diciendo: “Esta piedra que he colocado como memorial, será casa de Dios”. (Gén 28:10-22)
Betel significa "casa de Dios". Los miembros de la familia de mi abuela están enterrados en el cementerio Bethel en la comunidad Mount Olivet del condado de Leavenworth, Kansas. La foto de hoy es de mi abuela y su hermano visitando sus tumbas en el cementerio de Bethel, “la casa de Dios”.
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Y estaba extrañado de la incredulidad de aquella gente.
(Mc 6:1-6)
Como estadounidenses, nos recuerdan nuestros documentos fundacionales que estamos llamados a formar “una unión más perfecta” (Constitución de los EE. UU., Preámbulo). Lo que siempre nos ha impedido realizar nuestra unión más perfecta ha sido la falta de fe en los principios enunciados en la Declaración de Independencia, cuya firma conmemoramos el 4 de julio: “que todos los hombres son creados iguales, que son dotados por su Creador con ciertos Derechos inalienables, que entre estos están la Vida, la Libertad y la búsqueda de la Felicidad ”. Recuerdo la famosa intervención de Barbara Jordan en las audiencias de Watergate:
'Hoy temprano, escuchamos el comienzo del Preámbulo de la Constitución de los Estados Unidos: "Nosotros, el pueblo". Es un comienzo muy elocuente. Pero cuando ese documento se completó el 17 de septiembre de 1787, yo no estaba incluido en ese "Nosotros, el pueblo". De alguna manera sentí durante muchos años que George Washington y Alexander Hamilton me dejaron fuera por error. Pero a través del proceso de enmienda, interpretación y decisión judicial, finalmente me incluyeron en "Nosotros, el pueblo".'
Quizás, debemos recordar que el trabajo de formar “una unión más perfecta” nunca termina por completo. Igual para nosotros los católicos que queremos construir una comunidad cristiana . . . nunca llegamos del todo, pero seguimos esforzándonos por construir un mundo más justo, donde todos puedan encontrar un lugar en la mesa de la familia humana y conocer su dignidad como hijos e hijas de Dios.
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Ya no son ustedes extranjeros ni advenedizos; son conciudadanos de los santos y pertenecen a la familia de Dios, porque han sido edificados sobre el cimiento de los apóstoles y de los profetas, siendo Cristo Jesús la piedra angular. (Efe 2:19-22)
Recuerdo ese viejo y maravilloso himno: ¡Qué Firmes Cimientos! Nuestros cimientos firmes son la fe de los apóstoles, la fe de Pedro y Pablo, la fe de Tomás.