Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.
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Porque tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salvara por él’’. (Jn 3:13-17)
Si Dios ama al mundo y a todos en él, quizás nosotros también deberíamos amarlo. El Hijo no vino a condenar al mundo sino a salvarlo. En la mayor parte de América Latina esta fiesta se celebra el 3 de mayo.
Te adoramos, O Cristo, y te bendecimos,
porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
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Te ruego, hermano, que ante todo se hagan oraciones, plegarias, súplicas y acciones de gracias por todos los hombres, y en particular, por los jefes de Estado y las demás autoridades, para que podamos llevar una vida tranquila y en paz, entregada a Dios y respetable en todo sentido . . . Quiero, pues, que hagan oración donde quiera que se encuentren, levantando al cielo sus manos puras. (1 Tim 2:1-8)
La oración y la acción de gracias son la esencia de la adoración, levantando nuestras manos alabando a Dios. San Juan Crisóstomo fue arzobispo de Constantinopla. El emperador y su esposa estaban en su parroquia. La emperatriz y sus amigas querían adornar la iglesia con vestiduras de seda y cálices de oro, a lo que Juan Crisóstomo respondió: “Dale a Dios el honor prescrito en la ley de Dios dando tus riquezas a los pobres. Porque Dios no quiere vasos de oro, sino corazones de oro". Ella lo exilió. La foto de hoy es de Hagia Sofía, la catedral en Estambul donde San Juan Crisóstomo predicaba y rezaba.
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El que quiera venir conmigo, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y que me siga. (Lc 8:27-35)
Hay un himno antiguo que dice: He decidido seguir a Cristo, no vuelvo atrás, no vuelvo atrás.
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Puedes fiarte de lo que voy a decirte y aceptarlo sin reservas: que Cristo Jesús vino a este mundo a salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero. (1 Tim 1:15-17)
Pensar en uno mismo como el mayor pecador del mundo es un poco presuntuoso. La Escritura le da ese honor a San Pablo. . . por lo que el resto de nosotros está libre de esa responsabilidad, ¡y eso es realmente una buena noticia! Hoy recordamos a aquellos que murieron tan trágicamente en este día hace 20 años.
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Saca primero la viga que llevas en tu ojo y entonces podrás ver, para sacar la paja del ojo de tu hermano. (Lc 6:39-42)
¡El Señor nos conoce demasiado bien! Nos encanta corregir las faltas de los demás sin ni siquiera ver las nuestras.