Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.

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En aquel tiempo, se acercaban a Jesús los publicanos y los pecadores a escucharlo; por lo cual los fariseos y los escribas murmuraban entre sí: “Este recibe a los pecadores y come con ellos”. Jesús les dijo entonces esta parábola. (Lc 15:1-10)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/110724.cfm
A veces el contexto nos da una comprensión más completa de un pasaje. Tres de las más grandes parábolas siguen a esta queja contra Jesús: “Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos”. La oveja perdida, la moneda perdida y el niño perdido (o el hijo pródigo) son mucho más radicales de lo que jamás imaginamos. En lugar de “nuestra búsqueda de Dios”, estas parábolas de Jesús ponen patas arriba ese engaño espiritual. Es Dios quien viene a buscarnos y no se da por vencido hasta que nos encuentren a salvo y luego organiza una fiesta para regocijarnos.

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Ya que se aferran a la palabra de vida. Así, el día de la venida de Cristo, yo me sentiré orgulloso al comprobar que mis esfuerzos y trabajos no han sido inútiles. Y aunque yo tuviera que derramar mi sangre para que ustedes siguieran ofreciendo a Dios la ofrenda sagrada de su vida de fe, me sentiría feliz y me regocijaría con todos ustedes. Y ustedes, por su parte, alégrense y regocíjense conmigo. (Flp 2:12-18)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/110624.cfm
En este pasaje de la Carta a los Filipenses, San Pablo afronta su propio martirio. Revisando su vida en Cristo, pero no se queja de la carrera que ha corrido ni de todo el trabajo que ha realizado, sino que se regocija. Cuando hemos hecho todo lo que podemos hacer, el resto está en manos de Dios. Como siempre decía mi abuela con una sonrisa: "Haz lo mejor que puedas, ¡eso es todo lo que pueden hacer los ángeles!".

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SALMO RESPONSORIAL (Salmo 21)
R/. ¡Te alabaré, Señor, en la gran asamblea!
Cumpliré mis votos delante de los fieles: los pobres comerán hasta saciarse y los que buscan al Señor lo alabarán. ¡Que sus corazones vivan para siempre!
R/. ¡Te alabaré, Señor, en la gran asamblea!
https://www.eucaristiadiaria.cl/dia_cal.php?fecha=2024-11-05
En un día en que muchos corazones están llenos de ansiedad por las elecciones en los Estados Unidos, las Escrituras nos recuerdan que Dios tiene un plan más allá de cualquier cosa que podamos imaginar: Dios resucitará al Crucificado y le dará el Nombre sobre todo otro nombre; los hambrientos serán saciados de todo bien; nuestros corazones estarán alegres; y alabaremos al Señor en la gran asamblea. Como nos recuerda el Salmo 30: El llanto puede durar toda la noche, pero la alegría llega con la mañana.

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Si alguna fuerza tiene una advertencia en nombre de Cristo, si de algo sirve una exhortación nacida del amor, si nos une el mismo Espíritu y si ustedes me profesan un afecto entrañable, llénenme de alegría teniendo todos una misma manera de pensar, un mismo amor, unas mismas aspiraciones y una sola alma. (Flp 2:1-4)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/110424.cfm
La Carta de San Pablo a los Filipenses está llena de optimismo y alegría. Pablo invita a la comunidad (y a nosotros) a completar su alegría estando unidos en mente y corazón. San Carlos Borromeo (1538-1584) estuvo presente en el Concilio de Trento (1545-1563) que siguió a la Reforma Protestante. En lugar de lamentarse de los problemas que enfrentaba la iglesia, San Carlos optó por el optimismo y se puso a trabajar para corregirlos. La foto de hoy es de la Catedral de Milán, donde San Carlos fue arzobispo.

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En aquel tiempo, uno de los escribas se acercó a Jesús y le preguntó: “¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?” Jesús le respondió: “El primero es: Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es el único Señor; amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. El segundo es éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay ningún mandamiento mayor que éstos”. (Mc 12:28-34)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/110324.cfm
Habiendo crecido con las políticas de odio y división en la segregada Alabama de los años 1950 y 1960, fui liberado del racismo de mis compañeros de clase gracias a la fe y el ejemplo de mi madre y mi abuela. Mi familia me enseñó las historias de Jesús y cómo vivir el mandamiento más grande que Jesús nos dio: amar a Dios y amar al prójimo. Mientras nos preparamos para las elecciones de este martes en los Estados Unidos, oramos por la sabiduría de arriba para que podamos elegir sabiamente a quienes nos servirán en puestos de confianza y nos ayudarán a construir una unión más perfecta.