Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.
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"Se acerca el tiempo, dice el Señor, en que haré con la casa de Israel y la casa de Judá una alianza nueva. Voy a poner mi ley en lo más profundo de su mente y voy a grabarla en sus corazones. Yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo". (Jeremías 31:31-34)
Y yo te digo a ti que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Los poderes del infierno no prevalecerán sobre ella. (Mt 16:13-23)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/080824.cfm
En nuestra lectura final del profeta Jeremías, escuchamos la promesa de una nueva alianza, escrita en nuestros corazones, para que todos puedan conocer al Señor. Pedro no es elegido por sus hermosas vestiduras, ni por la fragancia de su incienso favorito, ni por su erudita teología. Pedro es elegido porque conoce a Jesús. Santo Domingo inventó una orden religiosa completamente nueva . . . una dedicada a proclamar la Palabra de Dios.
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Esto dice el Señor: “Yo te amo con amor eterno, por eso siempre me apiado de ti. Volveré, pues, a construirte y serás reconstruida, capital de Israel. Volverás a tocar tus panderos y saldrás a bailar entre músicos y coros”. (Jeremías 31:1-7)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/080724.cfm
Amor eterno—después de todas las palabras fuertes, el profeta Jeremías da consuelo. Ya tenemos la promesa de restauración con música y bailes. San Sixto (215-258) fue obispo de Roma, y sus compañeros mártires son los seis diáconos de la ciudad de Roma: san Genaro, san Vicente, san Magno y san Esteban, san Felicísimo y san Agapito. El séptimo diácono es Lorenzo, cuya fiesta se celebra el 10 de agosto. La primitiva iglesia de Roma sufrió la pérdida de su obispo y de sus siete diáconos.
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Se formó entonces una nube, que los cubrió con su sombra, y de esta nube salió una voz que decía: “Éste es mi Hijo amado; escúchenlo”. En ese momento miraron alrededor y no vieron a nadie sino a Jesús, que estaba solo con ellos. Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó que no contaran a nadie lo que habían visto, hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos. Ellos guardaron esto en secreto, pero discutían entre sí qué querría decir eso de “resucitar de entre los muertos”. (Mc 9:2-10)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/080624.cfm
Hay cosas que sólo podemos apreciar o comprender plenamente en retrospectiva. La Transfiguración es una de ellas. Sólo a la luz de la Pasión y Resurrección de Jesús comprendieron Pedro y los demás lo que había sucedido en la montaña. Hoy recordamos a todos los que murieron en 1945 en Hiroshima, Japón.
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Tomó los cinco panes y los dos pescados, y mirando al cielo, pronunció una bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos para que los distribuyeran a la gente. Todos comieron hasta saciarse. (Mt 14:13-21)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/080524.cfm
La alimentación de los 5.000 en el evangelio de Mateo pone de relieve la importancia de todas las historias de alimentación en los evangelios, así como el ministerio de la mesa de Jesús. La Eucaristía, tal como la conocemos hoy, procede directamente de estos relatos. Santa María la Mayor es una de las cuatro basílicas mayores de la ciudad de Roma: San Pedro en el Vaticano (18 de noviembre), San Juan de Letrán (9 de noviembre) y San Pablo Extramuros (18 de noviembre).
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Jesús les respondió: "Yo les aseguro: No fue Moisés quien les dio pan del cielo; es mi Padre quien les da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es aquel que baja del cielo y da la vida al mundo". Entonces le dijeron: "Señor, danos siempre de ese pan". Jesús les contestó: "Yo soy el pan de la vida. El que viene a mí no tendrá hambre y el que cree en mí nunca tendrá sed". (Jn 6:24-35)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/080424.cfm
El Pan de Vida que satisface las hambres más profundas del corazón humano es Jesús mismo. El desafío del Discurso del Pan de Vida nos invita a convertirnos en lo que celebramos y a ser el Pan de Vida para un mundo hambriento.