Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.

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Y al tomarlo, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron ante el Cordero, con sus cítaras y sus copas de oro llenas de incienso, que significan las oraciones de los santos. Y se pusieron a cantar un cántico nuevo, diciendo: “Tú eres digno de tomar el libro y de abrir sus sellos, porque fuiste sacrificado y con tu sangre compraste para Dios hombres de todas las razas y lenguas, de todos los pueblos y naciones, y con ellos has constituido un reino de sacerdotes, que servirán a nuestro Dios y reinarán sobre la tierra”. (Apoc 5:1-10)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/112124.cfm
Mientras continúa la liturgia del cielo, recibimos un nuevo himno que alaba al Cordero que fue degollado y proclama que ahora somos un reino de sacerdotes para nuestro Dios. Hoy es la Presentación de la Virgen María en el Templo de Jerusalén, y celebramos nuestra participación en el Único Sacerdocio de su Hijo mientras hacemos eco de su himno de alabanza.

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Los cuatro seres vivientes tenían seis alas cada uno y estaban llenos de ojos por donde quiera. Y no se cansaban de repetir día y noche: “Santo, santo, santo es el Señor, Dios todopoderoso, el que era, el que es y el que ha de venir”. Los veinticuatro ancianos se postraban ante el trono, diciendo: “Señor y Dios nuestro, tú mereces recibir la gloria, el honor y el poder, porque tú has creado todas las cosas: tú has querido que ellas existieran y fueron creadas”. (Apoc 4:1-11)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/112024.cfm
Los himnos del Libro del Apocalipsis son un eco de la liturgia celebrada y cantada en esta primitiva comunidad cristiana. Tal vez sea la liturgia la que es la mejor clave para comprender lo que muchos ven como un libro misterioso.

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Escribe al encargado de la comunidad cristiana de Laodicea: Esto dice el que es el Amén, el testigo fiel y veraz, el origen de todo lo creado por Dios: ‘Conozco tus obras: no eres ni frío ni caliente. Ojalá fueras frío o caliente. Pero porque eres tibio y no eres ni frío ni caliente, estoy a punto de vomitarte de mi boca’. (Apoc 3:1-6, 14-22)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/111924.cfm
Este es uno de los pasajes inolvidables de las Escrituras. Forma parte de las Cartas a las Siete Iglesias (de Asia Menor). Cuando tuve el privilegio de visitar las ruinas de la antigua ciudad de Laodicea en lo que hoy es Turquía, visité la iglesia de Laodicea que está en ruinas y parece haber sido escupida.

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Bienaventurado el que lee, y los que escuchan las palabras de esta profecía, y guardan lo que en ella está escrito, porque el tiempo está cerca. (Apoc 1:1-4; 2:1-5a)
https://ibreviary.com/m2/letture.php?s=letture
Al comenzar la lectura del Libro del Apocalipsis, tenemos esta maravillosa visión de la liturgia de la iglesia primitiva y la importancia de los lectores (lectores públicos): en la asamblea, uno lee, el resto escucha, tal como la liturgia hoy en día. Las dedicaciones de la Basílica Vaticana de San Pedro y de la Basílica de San Pablo Extramuros se celebran el mismo día, al igual que los dos apóstoles se celebran juntos en la fiesta de sus martirios (29 de junio).
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“Nadie conoce el día ni la hora. Ni los ángeles del cielo ni el Hijo; solamente el Padre’’. (Mc 13:24-32)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/111724.cfm
Siempre estaré agradecido a la sabiduría de mi abuela. Un día yo estaba preocupado por algo que había escuchado en la iglesia sobre el “fin del mundo”. Mi abuela respondió: “Mijo, no te preocupes por todas esas tonterías. El mundo se acaba todos los días cuando alguien muere”.