Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.
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Por esos días, vino Jesús desde Nazaret de Galilea y fue bautizado por Juan en el Jordán. Al salir Jesús del agua, vio que los cielos se rasgaban y que el Espíritu, en figura de paloma, descendía sobre él. Se oyó entonces una voz del cielo que decía: “Tú eres mi Hijo amado; yo tengo en ti mis complacencias”.
(Mc 1:7-11)
El Bautismo del Señor marca el inicio del ministerio público de Jesús en los evangelios sinópticos: Marcos, Mateo y Lucas. En el calendario litúrgico actual, la Fiesta del Bautismo de Jesús marca el final de la temporada navideña. La revelación de Jesús como el Hijo Amado se conecta con nuestro propio bautismo en el que nos convertimos en los amados hijos de Dios. La foto de hoy es de la Iglesia del Espíritu Santo en Cuernavaca, México.
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SALMO RESPONSORIAL
R. El Señor es amigo de su pueblo.
Entonen al Señor un canto nuevo,
en la reunión litúrgica proclámenlo.
En su creador y rey, en el Señor,
alégrese Israel, su pueblo santo. R.
En honor de su nombre, que haya danzas,
alábenlo con arpa y tamboriles.
El Señor es amigo de su pueblo
y otorga la victoria a los humildes.
R. El Señor es amigo de su pueblo.
(Salmo 149)
El Tiempo de Navidad se acaba mañana con la Fiesta del Bautismo del Señor. Pero en algunos países el Pesebre sigue hasta la Fiesta de la Presentación del Señor el 2 de febrero. El Salmo Responsorial habla de la amistad con Dios. El Señor se alegra en nosotros. Y ¡qué alegre fiesta con música y danzas!
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En aquel tiempo, estando Jesús en un poblado, llegó un leproso, y al ver a Jesús, se postró rostro en tierra, diciendo: “Señor, si quieres, puedes curarme”. Jesús extendió la mano y lo tocó, diciendo: “Quiero. Queda limpio”. Y al momento desapareció la lepra.
(Lc 5:12-16)
Por el tocar a leprosos, Jesús quedó en problemas no solo con la Ley de Moisés y las autoridades religiosas, pero también con sus propios discípulos. Y ahora, dos mil años después, las cosas no se han cambiado nada. Gracias a mi mamá querida, celebro mi cumpleaños hoy.
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Queridos hijos: Amamos a Dios, porque él nos amó primero. Si alguno dice: “Amo a Dios” y aborrece a su hermano, es un mentiroso, pues quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios, a quien no ve. Además, Jesús nos ha dado este mandamiento: El que ama a Dios, que ame también a su hermano.
(1 Jn 4:19-5:4)
Se dice que el viejo San Juan en cada liturgia se levantaba y le decía a la gente, “Queridos hijitos, que nos amemos los unos a los otros.” Y después se sentaba. Pues, después de unas semanas de la misma, el nuevo diácono le dijo, “Padre, cada semana nos dice lo mismo. ¿Cuándo va a enseñarnos algo nuevo?” El viejo San Juan le dijo, “Cuando cumplan lo que les dije, puedo enseñarles algo nuevo. Por eso, 'Queridos hijitos, que nos amemos los unos a los otros'”. Después de los disturbios de ayer en el Mall y el Capitolio de los Estados Unidos, tal vez necesitemos más que nunca del mensaje del viejo San Juan: ¡Qué amémonos los unos a los otros!"
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Queridos hijos: Si Dios nos ha amado tanto, también nosotros debemos amarnos los unos a los otros . . . Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él.
(1 Jn 4:11-18)
Al verlo andar sobre el agua, ellos creyeron que era un fantasma y se pusieron a gritar, porque todos lo habían visto y estaban espantados. Pero él les habló enseguida y les dijo: “¡Ánimo! Soy yo; no teman”.
(Mc 6:44-54)
La Primera Carta de San Juan repite una y otra vez, “Debemos amarnos los unos a los otros.” Y lo hace con razón, porque a veces nos olvidamos de que decir que “Dios nos ama” significa nada si nosotros no amamos a los demás. Y a discípulos aterrorizados en todas las épocas, el Señor nos recuerda, “¡Ánimo! Soy yo; no teman”.