Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.
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El que vive en Cristo es una creatura nueva; para él todo lo viejo ha pasado. Ya todo es nuevo.
(2 Cor 5:14-17)
Vivir en Cristo, ser una nueva creación, significa que todo ha cambiado. Así de radical es nuestro bautismo. Como dice el título de ese maravilloso librito sobre personas que se han sentido excluidas de la comunidad cristiana: Nosotros También Fuimos Bautizados. ¡Bendiciones a todos los padres en este día tan especial!
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Y por eso, para que yo no me llene de soberbia por la sublimidad de las revelaciones que he tenido, llevo una espina clavada en mi carne, un enviado de Satanás, que me abofetea para humillarme. Tres veces le he pedido al Señor que me libre de esto, pero él me ha respondido: “Te basta mi gracia, porque mi poder se manifiesta en la debilidad”.
Así pues, de buena gana prefiero gloriarme de mis debilidades, para que se manifieste en mí el poder de Cristo. Por eso me alegro de las debilidades, los insultos, las necesidades, las persecuciones y las dificultades que sufro por Cristo, porque cuando soy más débil, soy más fuerte.
(2 Cor 12:1-10)
El “la espina clavada en mi carne" de San Pablo ha sido objeto de mucha especulación. Lo que fue realmente no hace ninguna diferencia. Que se contentara con soportar todas las cosas por amor a Cristo lo dice todo. Como observa San Pablo: "Cuando soy más débil, entonces soy más fuerte".
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¿Ellos presumen de que son hebreos? Yo también lo soy. ¿De que son israelitas? Yo también lo soy. ¿De que son descendientes de Abraham? Yo también lo soy. ¿De que sirven a Cristo? Es una locura decirlo, pero yo lo sirvo más: yo les gano en fatigas y cárceles; y les gano por mucho en azotes y en peligros de muerte. Si se trata de presumir, presumiré de mis debilidades.
(2 Cor 11:18,21-30)
San Pablo tiene que defenderse de los ataques de los "super apóstoles". De todos los desafíos que enfrentaba San Pablo, éste tenía que ser el más difícil: ataques de compañeros cristianos, de compañeros apóstoles, todo en el nombre de Dios.
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Ustedes pues, oren así:
Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga tu Reino,
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en tentación
y líbranos del mal.
(Mt 6:7-15)
La oración que Jesús nos enseñó—el Padre Nuestro. Sencilla y profunda—porque nos da permiso de rezar con confianza a nuestro Padre Dios.
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Dios ama al que da con alegría. (2 Con 9:6-11)
Como solía decir mi profesor de homilética, el reverendo David Buttrick: "¡Si tienes mucho dinero, debes darlo!" Desafortunadamente, en el mundo de hoy muy pocos dan con alegría.