Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.
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Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en él
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.
Él nos eligió en Cristo, antes de crear el mundo,
para que fuéramos santos
e irreprochables a sus ojos, por el amor. (Efe 1:3-14)
Elegido y bendecido por el amor. . . eso es lo que somos. Quizás eso es lo que se quiere decir con "bendición original". A veces olvidamos que antes de que hubiera una historia de pecado en el mundo, había una historia de gracia. Y la gracia de Dios que nos elige y nos bendice nos eleva en un amor que nunca se acaba.
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¿No es verdad que se venden dos pajarillos por una moneda? Sin embargo, ni uno solo de ellos cae por tierra si no lo permite el Padre. En cuanto a ustedes, hasta los cabellos de su cabeza están contados. Por lo tanto, no tengan miedo, porque ustedes valen mucho más que todos los pájaros del mundo. (Mt 10:24-33)
Como dice la vieja canción, "Su ojo está en el gorrión, y sé que cuida de mí".
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Jacob mandó a Judá por delante para que le avisara a José y le preparara un sitio en la región de Gosén. Cuando ya estaban por llegar, José enganchó su carroza y se fue a Gosén para recibir a su padre. Apenas lo vio, corrió a su encuentro y, abrazándolo largamente, se puso a llorar. Jacob le dijo a José: “Ya puedo morir tranquilo, pues te he vuelto a ver y vives todavía”.
(Gén 46:1-7, 28-30)
Una reunión largamente esperada entre un padre y un hijo, más de 10 años en algunos casos, bueno, ¡no hay nada mejor que eso!
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José les dijo: “Acérquense”. Se acercaron y él continuó: “Yo soy su hermano José, a quien ustedes vendieron a los egipcios. Pero no se asusten ni se aflijan por haberme vendido, pues Dios me mandó a Egipto antes que a ustedes para salvarles la vida”. (Gén 44:18-21, 23b-29; 45:1-5)
La historia del Patriarca José continúa hoy con la gran revelación. . . "Yo soy su hermano José". ¡Guau! Dios siempre nos tiene sorpresas, porque Dios siempre tiene un plan.
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El hombre le dijo: “Suéltame, pues ya está amaneciendo”. Jacob le respondió: “No te soltaré hasta que me bendigas”. (Gén 23:23-33)
Al ver a las multitudes, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y desamparadas, como ovejas sin pastor. (Mt 9:32-38)
A veces, cuando hemos luchado y perseverado, no debemos soltar al ángel hasta que hayamos pedido una bendición. Y el Señor nos dará una bendición, porque él es el Buen Pastor y siempre tenemos un lugar en su corazón.