Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.
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Aclamación antes del Evangelio
R. Aleluya, aleluya.
Que todos sean uno, como tú, Padre, en mí y yo en ti, somos uno, a fin de que el mundo crea que tú me has enviado, dice el Señor. (Jn 17:21)
R. Aleluya.
El pasaje de hoy es una continuación de la Oración Sacerdotal de Jesús del capítulo 17 del Cuarto Evangelio. ¡Qué importante es nuestra unidad!
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Dicho esto, se arrodilló para orar con todos ellos. Todos se pusieron a llorar y abrazaban y besaban a Pablo, afligidos, sobre todo, porque les había dicho que no lo volverían a ver. Y todos lo acompañaron hasta el barco. (Hechos 20:28-38)
Fue una despedida entre lágrimas cuando San Pablo se despidió de los presbíteros de la Iglesia de Éfeso. Pero nuestras "despedidas" nunca son definitivas. . . en el Señor nos volveremos a ver.
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En aquellos días, hallándose Pablo en Mileto, mandó llamar a los presbíteros de la comunidad cristiana de Éfeso. Cuando se presentaron, les dijo: “La vida, para mí, no vale nada. Lo que me importa es llegar al fin de mi carrera y cumplir el encargo que recibí del Señor Jesús: anunciar el Evangelio de la gracia de Dios.” (Hechos 20:17-27)
San Paul terminará su carrera. Su martirio en Roma, junto con el martirio de San Pedro en Roma, marcaron un punto de inflexión para la Iglesia Primitiva. Por supuesto, la iglesia de Roma podría entonces reclamar como propios a los dos más grandes apóstoles. Este tiempo entre la Ascensión y Pentecostés se considera la primera novena. . . rezando por la venida del Espíritu Santo.
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En aquellos días, mientras Apolo estaba en Corinto, Pablo atravesó las regiones altas de Galacia y Frigia y bajó a Éfeso. Encontró allí a unos discípulos y les preguntó: “¿Han recibido el Espíritu Santo, cuando abrazaron la fe?” Ellos respondieron: “Ni siquiera hemos oído decir que exista el Espíritu Santo”.
(Hechos 19:1-8)
Aunque los creyentes no tengan idea de la obra del Espíritu Santo, ¡el Espíritu todavía está trabajando!
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Dicho esto, Jesús se fue elevando a la vista de ellos, hasta que una nube lo ocultó a sus ojos. Mientras miraban fijamente al cielo, viéndolo alejarse, se les presentaron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron: “Galileos, ¿qué hacen allí parados, mirando al cielo?”
(Hechos 1:1-11)
Siempre es curioso que la gente quiera asumir que los hombres “vestidos de blanco” son siempre "ángeles". Pero el evangelio es muy claro. . . eran dos hombres “vestidos de blanco“. Tendría sentido si fueran los recién bautizados. Y, por supuesto, hacen la pregunta correcta: "¿Por qué están ahí parados mirando al cielo?" Hay trabajo por hacer: "ustedes serán mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta los últimos rincones de la tierra”. ¡Hagámoslo!