Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.

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Siguieron adelante, llegaron a un sitio donde había agua y dijo el etíope: “Aquí hay agua. ¿Hay alguna dificultad para que me bautices?” Mandó parar el carro, bajaron los dos al agua y Felipe lo bautizó. Cuando salieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe. El etíope ya no lo vio más y prosiguió su viaje, lleno de alegría. (Hechos 8:36,38-39)
La historia de Felipe y el eunuco es muy importante para la iglesia primitiva. La cuestión del eunuco, “¿Hay alguna dificultad para que me bautices?” es esencial para la iglesia primitiva y para la iglesia de hoy (porque siempre hay gente que quieren excluir a otros). La respuesta a la pregunta del eunuco es que la Ley de Dios, sí lo prohibe. La Bible dice:
Ninguno que haya sido castrado o que tenga cortado su miembro viril entrará en la asamblea del Señor. (Dt 23:1)
En la Biblia los eunucos son abominaciones . . . y no pueden entrar a la comunidad. (El pasaje nos dice que el eunuco fue a Jerusalém para dar culto al Señor . . . pero por ser eunuco ¡no podía entrar al Templo!) Pero con la ayuda del Espíritu Santo, la iglesia dejó a un lado la Ley de Dios en favor del incluir y de la salvación, y el eunuco fue bautizado y “prosiguió su viaje, lleno de alegría”.

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Jesús dijo a la multitud: “Yo soy el pan de la vida. El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí nunca tendrá sed". (Jn 6:35)
Gracias a la Cuarentena del coronavirus y la necesidad del distanciamento físico, estamos en este tiempo del Gran Ayuno de la Eucaristía. Y nos damos cuenta de la necesidad de la Comida que satisface todo el hambre humano. Santa Catalina de Siena siempre tenía hambre del Pan de la Vida. Ella es una de los cuatro doctores femeninos de la iglesia (Santa Teresa de Avila, Santa Teresita de Lisieux, y Santa Hildegarda de Bingen).

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Entonces los miembros del sanedrín gritaron con fuerza, se taparon los oídos y todos a una se precipitaron sobre él. Lo sacaron fuera de la ciudad y empezaron a apedrearlo. Los falsos testigos depositaron sus mantos a los pies de un joven, llamado Saulo. Mientras lo apedreaban, Esteban repetía esta oración: “Señor Jesús, recibe mi espíritu”. Después se puso de rodillas y dijo con fuerte voz: “Señor, no les tomes en cuenta este pecado”. Diciendo esto, se durmió en el Señor. Y Saulo estuvo de acuerdo en que mataran a Esteban. (Hechos 7:58-60)
La historia de San Esteban, el proto-martir de la iglesia es importante por el detalle acerca de Saulo (que después es San Pablo). Es interesante que el evangelista de Lucas-Hechos pone las palabras de Jesús en la Cruz en la boca de Esteban:
“Señor Jesús, recibe mi espíritu” y “Señor, no les tomes en cuenta este pecado”.

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No trabajen por ese alimento que se acaba, sino por el alimento que dura para la vida eterna y que les dará el Hijo del hombre. (Jn 6:27)
Tener hambre por el alimento que no acaba . . . tener hambre por el alimento que dura para la vida eterna. Ese hambre nos pone en camino, un camino que dura para siempre . . . y solo termina en Dios. Es como las comidas de domingo en casa . . . el pollo frito de mi abuela, con puré de papa y la salsa de pollo de mi abuela, dos tipos de maíz—cremoso y en grano, chícharos, espárragos, y los bolillos de mi tía Isabel. Y el postre—el pastel de manzana a la alemana de mi mamá. Fue comida que nos satisfacía por supuesto . . . pero fue comida para llenar nuestras almas. Como decía mi madrecita mexicana:
Comida hecha con amor, tiene más sabor.
La comida que nos da el Señor esta hecha con mucho amor y satisface cuerpo y alma.

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R. Enséñanos, Señor, el camino de la vida. Protégeme, Dios mío, pues eres me refugio. Yo siempre he dicho que tú eres mi Señor. El Señor es la parte que me ha tocado en herencia: mi vida está en sus manos. R. Enséñanos, Señor, el camino de la vida. Bendeciré al Señor, que me aconseja, hasta de noche me instruye internamente. Tengo siempre presente al Señor y con él a mi lado, jamás tropezaré. R. Enséñanos, Señor, el camino de la vida. Por eso se me alegran el corazón y el alma y mi cuerpo vivirá tranquilo, porque tú no me abandonarás a la muerte ni dejarás que sufra yo la corrupción. R. Enséñanos, Señor, el camino de la vida. Enséñame el camino de la vida, sáciame de gozo en tu presencia y de alegría perpetua junto a ti. R. Enséñanos, Señor, el camino de la vida.
La iglesia primitiva buscaba en las Escrituras para entender el Escándalo de la Cruz. Las lecturas de la temporada de la Pascua nos enseñan no solo la predicación de la iglesia primitiva, pero también de su plena alegría en la Resurrección.