Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.

En aquellos días, Pablo dijo a los presbíteros de la comunidad cristiana de Éfeso: “Miren por ustedes mismos y por todo el rebaño, del que los constituyó pastores (episkopoi) el Espíritu Santo, para apacentar a la Iglesia que Dios adquirió con la sangre de su Hijo . . . . Dicho esto, se arrodilló para orar con todos ellos. Todos se pusieron a llorar y abrazaban y besaban a Pablo, afligidos, sobre todo, porque les había dicho que no lo volverían a ver. Y todos lo acompañaron hasta el barco. (Hechos 20:28,36-38)

En el Imperio Romano, Efesó era la capital importante de Asia Menor y también un centro para la iglesia primitiva. Este pasaje representa la fluidez de términos de los ministros de la iglesia de aquella época. San Pablo convoca a los presbíteros de la comunidad y después los llama pastores (epíscopoiobispos). Siglos después estos términos representan una jerarquía: obispos (epískopoi), presbíteros (presbyteroi--ancianos) y diáconos (diákonoi). En el mundo mediterráneo, los barcos eran los autobuses de hoy.