Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.
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Llevaron el burro, le echaron encima los mantos y Jesús montó en él. Muchos extendían su manto en el camino, y otros lo tapizaban con ramas cortadas en el campo. Los que iban delante de Jesús y los que lo seguían, iban gritando vivas: “¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!”
(Mc 11:1-10)
Conociéndonos mejor de lo que nos conocemos a nosotros mismos, conociendo todas las cosas horribles que nos hacemos unos a otros, todavía viene a entregarse por amor a nosotros.
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Voy a hacer con ellos una alianza eterna de paz. Los asentaré, los haré crecer y pondré mi santuario entre ellos para siempre. En medio de ellos estará mi templo: yo voy a ser su Dios y ellos van a ser mi pueblo.
(Ez 37:21-28)
La alianza eterna de paz que Dios promete se cumple en Jesús, quien “levanta su tienda entre nosotros”, quien “habita entre nosotros” (Juan 1:14). Al entrar en esta Semana Santa, invitemos a todos nuestros hermanos y hermanas a unirse a nosotros para ser el santuario donde Dios hace su morada. La foto de hoy es del monolito en el parque Vigeland en Oslo, Noruega.
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Salmo Responsorial (Salmo 17)
R. Sálvame, Señor, en el peligro.
En el peligro invoqué al Señor,
en mi angustia le grité a mi Dios;
desde su templo, él escuchó mi voz,
y mi grito llegó a sus oídos.
R. Sálvame, Señor, en el peligro.
Supongo que todos sabemos que debemos invocar al Señor cuando estamos en peligro, y no es una mala oración. Y como nos recuerda el salmista, Dios escucha nuestra voz, nuestro clamor llega a los oídos de Dios. Como dice la niña: "Dios me escucha".
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María contestó: “Yo soy la esclava del Señor; cúmplase en mí lo que me has dicho”. Y el ángel se retiró de su presencia.
(Lc 1:26-38)
El SÍ de Mary ha inspirado a los creyentes a lo largo de los siglos. Mientras nos preparamos para recordar y revivir los grandes eventos de nuestra salvación, que digamos SÍ al plan de Dios para nosotros.
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El rey Nabucodonosor, estupefacto, se levantó precipitadamente y dijo a sus consejeros: “¿Acaso no estaban atados los tres hombres que arrojamos al horno?” Ellos contestaron: “Sí, señor”. El rey replicó: “¿Por qué, entonces, estoy viendo cuatro hombres sueltos, que se pasean entre las llamas, sin quemarse? Y el cuarto, es semejante al hijo de Dios.
(Dan 3:13-20,91-92,95)
El horno ardiente es una imagen sorprendente en el libro de Daniel. Dios libera a sus amados cuando claman: ¡A ti gloria y alabanza por los siglos! (Dan 3)