Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.
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En aquel tiempo, muchos judíos habían ido a ver a Marta y a Ma¬ría para consolarlas por la muerte de su hermano Lázaro. Apenas oyó Marta que Jesús llegaba, salió a su encuentro; pero María se quedó en casa. Le dijo Marta a Jesús: “Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora estoy segura de que Dios te concederá cuanto le pidas”. Jesús le dijo: “Tu hermano resucitará”. Marta respondió: “Ya sé que resucitará en la resurrección del último día”. Jesús le dijo: “Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y todo aquel que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees tú esto?” Ella le contestó: “Sí, Señor. Creo firmemente que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo”. (Jn 11:19-27)
Las dos hermanas, Martha y María, son muy importantes amigas del Señor. Martha es la primera en creer que Jesús es la Resurrección y la Vida. Marta contesta por todos nosotros: “Sí, Señor. Creo firmemente que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo”.
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Si salgo al campo, encuentro gente muerta por la espada; si entro en la ciudad, hallo gente que se muere de hambre. Hasta los profetas y los sacerdotes andan errantes por el país y no saben qué hacer. ¿Acaso has rechazado, Señor, a Judá? ¿O te has cansado ya de Sión? ¿Por qué nos has herido tan gravemente, que ya no tenemos remedio? Esperábamos tranquilidad y sólo hay perturbación; esperábamos la curación y sólo encontramos miedo. (Jer 14:18-19)
El Profeta Jeremías es uno de los grandes de las Escrituras. Los sufrimientos del profeta provocan una poesía poderosa. Me acuerdo de un librito del profeta del ministerio juvenil llamado “¿Estás Bromeando, Jeremías?” Jeremías no estaba bromeando. El profeta dio todo por el honor y la gloria de Dios. La lectura de hoy concluye:
Tú solo, Señor y Dios nuestro, haces todas estas cosas, por eso en ti tenemos puesta nuestra esperanza. (Jer 14:22)
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El Señor me dijo: “Ve a comprar un cinturón de lino y póntelo en la cintura, pero no lo metas en el agua”. Compré el cinturón y me lo puse en la cintura, según la orden del Señor. Entonces el Señor me habló por segunda vez y me dijo: “Toma el cinturón que compraste y que llevas puesto en la cintura, levántate y vete al río Eufrates y escóndelo ahí, en el agujero de una roca”. Fui y lo escondí en el Eufrates, como me había ordenado el Señor. Al cabo de mucho tiempo, me dijo el Señor: “Levántate, vete al Eufrates y recoge el cinturón que te mandé que escondieras ahí”. Fui al Eufrates, escarbé y recogí el cinturón del sitio donde lo había escondido; pero el cinturón se había podrido: no servía para nada. (Jer 13:1-7)
Un “cinturón de lino” suena muy elegante . . . pero en realidad el profeta tiene que comprar un taparrabos. A veces la Biblia es muy franca y brusca. Las acciones proféticas parecen exageradas, pero no lo son. Dios está hablando en serio. La relación que Dios tiene con Israel es muy íntima . . . como un taparrabos . . . pero el pueblo no escuchaba y por eso no servía para nada . . . como un taparrabos podrido.
La foto es de Faith II por Anton Smit, escultor de Sudáfrica.
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En aquellos días, el Señor se le apareció al rey Salomón en sueños y le dijo: “Salomón, pídeme lo que quieras, que yo te lo daré”. Salomón le respondió: “Te pido que me concedas sabiduría de corazón para que sepa gobernar a tu pueblo y distinguir entre el bien y el mal”. (1 Reyes 3:5-9)
Si Dios te diera un cheque en blanco, ¿qué pedirías? Pues, Salomón lo recibió. Dios le dijo: “Pídeme lo que quieras, que yo te lo daré”. Y ¿qué pidió Salomón? Pidió sabiduría de corazón, o un corazón con entendimiento. Literalmente Salomón pidió un “corazón con oídos”. Tal vez, en un mundo como el nuestro, necesitamos un "corazón con oídos" para escuchar a los demás con entendimiento y compasión.
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Hermanas y hermanos: Llevamos un tesoro en vasijas de barro, para que se vea que esta fuerza tan extraordinaria proviene de Dios y no de nosotros mismos. (2 Cor 4:7)
Un tesoro en vasijas de barro . . . un buen recordatorio del tesoro que llevamos. Pero el tesoro viene de Dios, no de nosotros. Hoy celebramos la fiesta de Santiago, el Mayor. Santiago con su hermano tenían las agallas de pedir las sillas de honor en el Reino. Los otros discípulos se enojaron no por el descaro de Santiago y su hermano, mas bien por adelantarse. Por eso, el Señor tiene que tratarlos como niños traviesos y recordarles de que el Hijo del Hombre "no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate". Santiago es famosos gracias a la gran peregrinación de Europa, EL CAMINO. La foto es del Pórtico de Gloria del santuario y la costumbre de ponerse la mano en las huellas del pilar como signo de cumplir la peregrinación.