Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.
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Dichosos los que mueren en el Señor.
Que descansen de sus trabajos.
Pues, sus obras los acompañan.
(Apocalypse 14:13)
Concede descanso, oh Cristo, a tus siervos con tus santos,
donde ya no hay llanto ni dolor ni suspiro, sino vida eterna.
Sólo tú eres inmortal, creador y hacedor de la humanidad;
y nosotros somos mortales, formados de tierra, y a la tierra hemos de volver.
Por eso, cuando me creaste, tú dijiste: "Polvo eres y al polvo volverás".
Todos nosotros descendemos al polvo;
sin embargo, aun en la tumba elevamos nuestro canto:
Aleluya, aleluya, aleluya.
Concede descanso, oh Cristo, a tus siervos con tus santos,
donde ya no hay llanto ni dolor ni suspiro, sino vida eterna.
(Kontakion de los Difuntos, Liturgia Ortodoxa)
Dales, Señor, el descanso eterno. Y brilla para ellos la luz perpetua. Que descansen en paz. Amén. Y que sus almas y las almas de todos los fieles difuntos por la misericordia de Dios descansen en paz. Amén.
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Vi luego una muchedumbre tan grande, que nadie podía contarla. Eran individuos de todas las naciones y razas, de todos los pueblos y lenguas. Todos estaban de pie, delante del trono y del Cordero; iban vestidos con una túnica blanca; llevaban palmas en las manos y exclamaban con voz poderosa: “Amén. La alabanza, la gloria, la sabiduría, la acción de gracias, el honor, el poder y la fuerza, se le deben para siempre a nuestro Dios”.
(Apocalypse 7:9-12)
La fiesta de hoy, la Solemnidad de Todos los Santos, y la de mañana, la Conmemoración de Todos los Fieles Difuntos, son dos partes de una sola fiesta—recordando y celebrando todos los fieles que nos precedieron y nos transmitieron la fe. Por eso, ¡Feliz Día para ellos y para todos nosotros! Qué los sigamos caminando en la huellas de Jesús.
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R/. ¡Mi alma tiene sed del Dios viviente!
Como la cierva sedienta busca las corrientes de agua,
así mi alma suspira por ti, mi Dios.
R/. ¡Mi alma tiene sed del Dios viviente! (Salmo 41)
Todos estamos invitados al Banquete de Bodas del Cordero. La Eucaristía es la promesa y la prenda del banquete de los hijos de Dios en donde el hambre y la sed quedan satisfechos. La foto de hoy es de Jueves Santo en una parroquia de Envigado, Antioquia, Colombia.
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Revístanse con la armadura de Dios: que su cinturón sea siempre la verdad; su coraza, la justicia; su calzado, la prontitud para anunciar el Evangelio de la paz; que la fe les sirva siempre de escudo para protegerlos y apagar las flechas incendiarias del enemigo malo; pónganse el casco de la salvación y empuñen la espada del espíritu, que es la palabra de Dios.
(Efe 6:11-17)
En el seminario, teníamos el mejor homilético del país (profesor de homilética--la ciencia de predicación), David Buttrick (1927-2017). El Seminario de San Meinrado había recibido una donación de un millón de dólares de parte de un señor que estaba harto de escuchar malas homilías en la Misa. Con ese dinero, el seminario consiguió los servicios de David Buttrick. Fue el Profesor Buttrick que nos enseñó este pasaje de la Escritura. De todos los instrumentos de la armadura de Dios, la única arma ofensiva es “la espada del espíritu, que es la palabra de Dios”. La foto de hoy es el Reverendo David Buttrick, Profesor de Homilética, Pittsburgh Theological Seminary, Saint Meinrad School of Theology, Vanderbilt University.
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Hermanos: Ya no son ustedes extranjeros ni huéspedes; son conciudadanos de los santos y pertenecen a la familia de Dios, porque han sido edificados sobre el cimiento de los apóstoles y de los profetas, siendo Cristo Jesús la piedra angular.
(Efe 2:19-20)
Yo crecí en la iglesia bautista y este viejo canto, How Firm A Foundation, fue parte de mi camino de fe. El canto dice que la base de nuestra fe es la Palabra de Dios. En esta fiesta de los santo apóstoles Simón y Judas, la Carta a los Efesios habla de la base de la iglesia—los santos apóstoles y los profetas—y de la piedra angular, nuestro Señor Jesucristo.