Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.
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Ha llegado para mí la hora del sacrificio y se acerca el momento de mi partida. He luchado bien en el combate, he corrido hasta la meta, he perseverado en la fe. Ahora sólo espero la corona merecida, con la que el Señor, justo juez, me premiará en aquel día, y no solamente a mí, sino a todos aquellos que esperan con amor su glorioso advenimiento. (2 Tim 4:6-8,17-18)
El martirio de los santos Pedro y Pablo significó que la Iglesia en Roma podría reclamar a los dos más grandes apóstoles en su corona de justicia. Ambos apóstoles trabajaron cada uno a su manera para llevar el evangelio al mundo. Y como testifican las Escrituras, ambos podrían decir: “He luchado bien en el combate, he corrido hasta la meta, he perseverado en la fe”.
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Abraham insistió otra vez: “Ya que me he atrevido a hablar a mi Señor, ¿y si se encuentran sólo veinte?” El Señor le respondió: “En atención a los veinte, no la destruiré”.
Abraham continuó: “No se enoje mi Señor, hablaré sólo una vez más. ¿Y si se encuentran sólo diez?” Contestó el Señor: “Por esos diez, no destruiré la ciudad”. (Gén 18:16-33)
Abraham regateando con Dios parece bastante graciosa, pero, por supuesto, no salvó las ciudades de la Llanura. San Ireneo es famoso como el primer apologista cristiano. Dijo: "¡La gloria de Dios es el hombre plenamente vivo!"
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Entre la gente había una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años. Había sufrido mucho a manos de los médicos y había gastado en eso toda su fortuna, pero en vez de mejorar, había empeorado. Oyó hablar de Jesús, vino y se le acercó por detrás entre la gente y le tocó el manto, pensando que, con sólo tocarle el vestido, se curaría. Inmediatamente se le secó la fuente de su hemorragia y sintió en su cuerpo que estaba curada. (Mc 5:21-43)
Interrumpiendo la historia de la curación de la hija de Jairo es la curación de la mujer con el flujo de sangre. Ambas historias enfatizan la necesidad de fe y la compasión de Jesús.
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Al oír aquellas palabras, se admiró Jesús y dijo a los que lo seguían: “Yo les aseguro que en ningún israelita he hallado una fe tan grande. Les aseguro que muchos vendrán de oriente y de occidente y se sentarán con Abraham, Isaac y Jacob en el Reino de los cielos. (Mt 8:5-17)
La curación del sirviente del centurión es un pasaje clave. Sin comentar la muy curiosa relación entre el centurión y el criado, Jesús alaba la fe del centurión romano y nos regala la visión del Banquete del Reino donde muchos vendrán desde la salida del sol hasta su puesta a recostarse a la mesa. con Abraham, Isaac y Jacob.
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Entonces Abraham le dijo a Dios: “Me conformo con que le conserves la vida a Ismael”. Dios le respondió: “Sara, tu esposa, te dará un hijo y le pondrás por nombre Isaac. Con él y con sus descendientes estableceré mi alianza, una alianza perpetua. En cuanto a Ismael, también te he escuchado. Lo bendeciré, lo engrandeceré y haré que su descendencia sea muy numerosa; engendrará doce príncipes y será padre de un gran pueblo.
(Gen 17:1,9-10,15-22)
Isaac e Ismael, ambos bendecidos por Dios, si tan solo todos supiéramos que somos bendecidos por Dios.
