Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.
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Hermanas y hermanos: Que nadie se engañe: si alguno se tiene a sí mismo por sabio según los criterios de este mundo, que se haga ignorante para llegar a ser verdaderamente sabio. Porque la sabiduría de este mundo es ignorancia ante Dios . . . . (1 Cor 3:18-19)
El honorífico “magno” es infrecuente dado a los papas. Lo que aparece “magno” en un época, no es tan “magno” en otra. Solo con SIGLOS de tiempo, la iglesia puede discernir si un papa es verdaderamente “magno” (por eso, no "súbito santo", ni "súbito magno"). En el sigo VI, los padres de Gregorio murieron, y le dejaron la casa en Roma. Gregorio convirtió la casa en monasterio para él. Cada día Gregorio recogía a doce personas de la calle, los sentaba en la mesa en casa, y les daba comida. Pues, el papa falleció y el pueblo aclamó a Gregorio. Y le preguntaron de lo que quería hacer como papa. Gregorio les dijo: Me gustaría ser el siervo de los siervos de Dios (servus servorum Dei). Hasta hoy, este título es el más apreciado del Obispo de Roma. Ahora, después de muchos siglos, San Gregorio es verdaderamente “magno”.
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R. Aleluya, aleluya. El Señor me ha enviado para anunciar a los pobres la buena nueva y proclamar la liberación a los cautivos. R. Aleluya.
“Buenas noticias a los pobres, la libertad a los cautivos” — Si el Señor montara una campaña para la presidencia hoy, Jesús no sería elegido. La gente gritaría: ¡Blando con los criminales!
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Nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que procede de Dios . . . . Pues bien, nosotros poseemos el modo de pensar de Cristo. (1 Cor 2:12-16)
Tener la mente y el corazón de Cristo . . . para ver al mundo con los ojos compasivos de Jesús. Como Santa Teresa de Ávila dijo: Cristo no tiene cuerpo, sino el tuyo. No tiene manos o pies en la Tierra, sino los tuyos. Tuyos son los ojos con los que la compasión de Jesús mira al mundo. Tuyos son los pies con los que camina para hacer el bien. Tuyas son las manos con las que bendice todo el mundo. Tuyo es el corazón con el que Jesús ama al mundo.
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En aquel tiempo, Jesús fue a Nazaret, donde se había criado. Entró en la sinagoga, como era su costumbre hacerlo los sábados, y se levantó para hacer la lectura. Se le dio el volumen del profeta Isaías, lo desenrolló y encontró el pasaje en que estaba escrito: El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para llevar a los pobres la buena nueva, para anunciar la liberación a los cautivos y la curación a los ciegos, para dar libertad a los oprimidos y proclamar el año de gracia del Señor. (Lucas 4:16-19)
Hoy en la Misa diaria empezamos la lectura continua del ministerio público de Jesús en el evangelio según San Lucas. Ya hemos cumplido el ministerio público en los evangelios de San Marcos y San Mateo. El evangelio según San Lucas es el único evangelio que sale en dos volúmenes (Lucas-Hechos). En el pasaje de hoy Jesús regresa a su pueblito y van al sinagoga. Primero Jesús lee del libro del profeta Isaías y todos quedaron satisfechos hasta que empiece a predicar. Proclamar un año de gracia del Señor está muy bien . . . pero para ¿¿¿EXTRANJEROS??? Los que estaban en la sinagoga eran tan enojados que “se llenaron de ira, y levantándose, lo sacaron de la ciudad y lo llevaron hasta una barranca del monte, sobre el que estaba construida la ciudad, para despeñarlo. Pero él, pasando por en medio de ellos, se alejó de allí”. Jesús no estaba a favor de la campaña: “¡NAZARET PRIMERO!”
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Luego Jesús dijo a sus discípulos: “El que quiera venir conmigo, que renuncie a sí mismo, que tome su cruz y me siga. Pues el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí, la encontrará. (Mt 16:24-26)
Es interesante que el evangelio según San Mateo pone esta escena inmediatamente después de la escena de la entrega de las llaves del Reino de los Cielos. Ya San Pedro mete la pata. Y el Señor le habla muy fuerte a Pedro: ¡Apártate de mí, Satanás! Pero el Señor toma la palabra para darles una lección sobre el discipulado: seguir las huellas de Jesús.