Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.

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Seis días antes de la Pascua,
fue Jesús a Betania, donde vivía Lázaro,
a quien había resucitado de entre los muertos. Allí le ofrecieron una cena; Marta servía
y Lázaro era uno de los que estaban con él
a la mesa.
María tomó entonces una libra de perfume
de nardo auténtico, muy costoso,
le ungió a Jesús los pies con él y se los enjugó con su cabellera,
y la casa se llenó con la fragancia del perfume.
(Jn 12:1-3)
Me acuerdo de la dedicación del nuevo altar en la Capilla de Nuestra Señora de Fátima en Winston-Salem, NC. En aquella época la Capilla pertenecía a la Parroquia de San Benito el Moro. El obispo derramó todo el frasco de Oleo de Crisma en la superficie del altar y empezó a frotarlo con la mano hasta el borde. Todos quedaron estupefactos con la extravaganza del gesto mientras la Capilla se llenaba con la fragrancia del Crisma.

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Llevaron el burro, le echaron encima los mantos y Jesús montó en él. Muchos extendían su manto en el camino, y otros lo tapizaban con ramas cortadas en el campo. Los que iban delante de Jesús y los que lo seguían, iban gritando vivas: “¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!”
(Mc 11:1-10)
Conociéndonos mejor de lo que nos conocemos a nosotros mismos, conociendo todas las cosas horribles que nos hacemos unos a otros, todavía viene a entregarse por amor a nosotros.

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Voy a hacer con ellos una alianza eterna de paz. Los asentaré, los haré crecer y pondré mi santuario entre ellos para siempre. En medio de ellos estará mi templo: yo voy a ser su Dios y ellos van a ser mi pueblo.
(Ez 37:21-28)
La alianza eterna de paz que Dios promete se cumple en Jesús, quien “levanta su tienda entre nosotros”, quien “habita entre nosotros” (Juan 1:14). Al entrar en esta Semana Santa, invitemos a todos nuestros hermanos y hermanas a unirse a nosotros para ser el santuario donde Dios hace su morada. La foto de hoy es del monolito en el parque Vigeland en Oslo, Noruega.

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Salmo Responsorial (Salmo 17)
R. Sálvame, Señor, en el peligro.
En el peligro invoqué al Señor,
en mi angustia le grité a mi Dios;
desde su templo, él escuchó mi voz,
y mi grito llegó a sus oídos.
R. Sálvame, Señor, en el peligro.
Supongo que todos sabemos que debemos invocar al Señor cuando estamos en peligro, y no es una mala oración. Y como nos recuerda el salmista, Dios escucha nuestra voz, nuestro clamor llega a los oídos de Dios. Como dice la niña: "Dios me escucha".

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María contestó: “Yo soy la esclava del Señor; cúmplase en mí lo que me has dicho”. Y el ángel se retiró de su presencia.
(Lc 1:26-38)
El SÍ de Mary ha inspirado a los creyentes a lo largo de los siglos. Mientras nos preparamos para recordar y revivir los grandes eventos de nuestra salvación, que digamos SÍ al plan de Dios para nosotros.