Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.
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El ejército se retiró al campamento y los ancianos de Israel se preguntaban: “¿Por qué permitió el Señor que nos derrotaran hoy los filisteos? Traigamos de Siló el arca de la alianza del Señor, para que vaya en medio de nosotros y nos salve de nuestros enemigos”. (1 Sam 4:1-11)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/011322.cfm
La Narrativa del Arca (1 Samuel 4:1-7:1) se parece mucho a un guión de Indiana Jones. Tal vez sea mejor ver los objetos religiosos no como talismanes, sino como recordatorios de nuestro compromiso con el Señor. Como nos recuerda la lectura de hoy, el Arca no salvó a Israel. La batalla estaba perdida, y el Arca con ella.
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Entonces comprendió Elí que era el Señor quien llamaba al joven y dijo a Samuel: “Ve a acostarte, y si te llama alguien, responde: ‘Habla, Señor; tu siervo te escucha’ ”. (1 Sam 3:1-10, 19-20)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/011222.cfm
El llamado de Samuel es una de mis historias bíblicas favoritas. Recuerdo haber escuchado esta historia cuando no era mucho mayor que Samuel. Siempre pensé que Samuel era muy afortunado de estar durmiendo cerca del Arca de la Alianza y de escuchar el llamado de Dios. Pero, por supuesto, fue el anciano sacerdote Eli quien se dio cuenta de que era Dios llamando al niño. Entonces Samuel responde a Dios: “Habla, Señor, tu siervo te escucha”.
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Ana prolongaba su oración y Elí la miraba mover los labios, pero no oía su voz. Pensando que estaba ebria, le dijo: “Has bebido mucho. Sal de la presencia del Señor hasta que se te pase”. Pero Ana le respondió: “No, señor. Soy una mujer atribulada. No he bebido vino ni bebidas embriagantes; estaba desahogando mi alma ante el Señor. No pienses que tu sierva es una mujer desvergonzada, pues he estado hablando, movida por mi dolor y por mi pena”. Entonces le dijo Elí: “Vete en paz y que el Dios de Israel te conceda lo que le has pedido”. (1 Sam 1:9-20).
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Una escena humorística en la historia de Hannah, la madre de Samuel. Y, por supuesto, el himno de alabanza de Ana se convierte en el modelo del Magníficat de María en el Evangelio de Lucas. Como canta Ana: Mi corazón se regocija en Dios, mi Salvador (Salmo Responsorial).
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Caminaba Jesús por la orilla del lago de Galilea, cuando vio a Simón y a su hermano, Andrés, echando las redes en el lago, pues eran pescadores. Jesús les dijo: “Síganme y haré de ustedes pescadores de hombres”. Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. (Mc 1:14-20)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/011022.cfm
Hoy, en el leccionario de las ferias (entre semana), comenzamos la lectura continua del ministerio público de Jesús en el Evangelio de Marcos, el más antiguo de los evangelios sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas). Después del arresto de Juan el Bautista, Jesús comienza su ministerio con el llamado de los primeros discípulos y la invitación: "Vengan, síganme". Si nunca ha tenido la oportunidad de leer uno de los evangelios de principio a fin, tal vez pueda comenzar hoy con el evangelio de Marcos.
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Sucedió que entre la gente que se bautizaba, también Jesús fue bautizado. Mientras éste oraba, se abrió el cielo y el Espíritu Santo bajó sobre él en forma sensible, como de una paloma, y del cielo llegó una voz que decía: “Tú eres mi Hijo, el predilecto; en ti me complazco”. (Lc 3:15-16, 21-22)
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En el Evangelio de Lucas, la revelación de Jesús como Hijo de Dios ocurre en el Bautismo, que por supuesto comienza su ministerio público. La Antífona de hoy es Hodie Christus Natus Est (Hoy, Cristo ha nacido): Hoy, Cristo ha nacido; hoy, el Salvador ha aparecido; hoy, en la tierra, cantan los ángeles; hoy, se alegran los arcángeles; hoy se alegran los justos diciendo: Gloria a Dios en las alturas, Aleluya.