Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.
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Luego le preguntó a Jesé: “¿Son éstos todos tus hijos?” Él respondió: “Falta el más pequeño, que está cuidando el rebaño”. Samuel le dijo: “Hazlo venir, porque no nos sentaremos a comer hasta que llegue”. Y Jesé lo mandó llamar. El muchacho era rubio, de ojos vivos y buena presencia. Entonces el Señor dijo a Samuel: “Levántate y úngelo, porque éste es”. Tomó Samuel el cuerno con el aceite y lo ungió delante de sus hermanos. A partir de aquel día, el espíritu del Señor estuvo con David. (1 Sam 16:1-13)
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Después de presentar 7 hijos a Samuel, el pobre Jesé debe haberse sorprendido y un poco exasperado cuando el anciano profeta preguntó: "¿Son estos todos tus hijos?" Pero Dios escogió al hijo menor, David. . . y el resto es historia de salvación.
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A vino nuevo, odres nuevos. (Mc 2:18-22)
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Vino nuevo, odres nuevos. A veces Dios tiene que hacer algo completamente nuevo para cambiar la iglesia. Eso sucedió en el tiempo DESPUÉS de las persecuciones cuando la iglesia había engordado. Antonio de Egipto (251-356) escuchó el evangelio “Ve y vende cuanto tienes y da a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme” (Mc 10:21) y supo que esas palabras estaban dirigidas a él. Hizo lo que el Señor le pidió y se fue al desierto. Se dice que casi 10.000 hombres y mujeres siguieron a Antonio al desierto, y pronto echaron raíces los comienzos de la vida religiosa y la iglesia se renovó. Martin Luther King, Jr., desafió el racismo y la segregación de una nación y perturbó las conciencias religiosas de muchas personas. El video de hoy es del último discurso la noche antes de ser asesinado.
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Como llegara a faltar el vino, María le dijo a Jesús: “Ya no tienen vino”. Jesús le contestó: “Mujer, ¿qué podemos hacer tú y yo? Todavía no llega mi hora”. Pero ella dijo a los que servían: “Hagan lo que él les diga”. (Jn 2:1-11)
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Continuamos con el tema de la Epifanía, la Manifestación del Señor. Hoy interrumpimos la lectura continua del ministerio público de Jesús del evangelio de Lucas para escuchar sobre la manifestación de la gloria de Cristo en las bodas de Caná. Las palabras de María a los sirvientes: “Hagan lo que él les diga”, es lo que dice a todos los discípulos de su Hijo: “Hagan lo que mi Hijo les diga”.
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Entonces unos escribas de la secta de los fariseos, viéndolo comer con los pecadores y publicanos, preguntaron a sus discípulos: “¿Por qué su maestro come y bebe en compañía de publicanos y pecadores?” Habiendo oído esto, Jesús les dijo: “No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos. Yo no he venido para llamar a los justos, sino a los pecadores”. (Mc 2:13-17)
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El comer y beber con los pecadores es el recuerdo más antiguo de la Eucaristía en la iglesia. Como ha señalado el Papa Francisco, la iglesia no es un club de santos, es un hospital de pecadores. La Eucaristía, dice el Papa, no es la recompensa por el buen comportamiento, sino que es medicina para los débiles.
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Todos se quedaron atónitos y daban gloria a Dios, diciendo: “¡Nunca habíamos visto cosa igual!” (Mc 2:1-12)
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La gente se sorprendió por lo que Jesús dijo e hizo: “Nunca habíamos visto cosa igual”. ¿Se quejaron? ¿murmuraron? ¿Salieron y se unieron a otra parroquia? No, el evangelio nos dice que ellos “glorificaron a Dios”. Tal vez necesitemos volver a capturar el impacto y la alegría total del mensaje del evangelio para los pobres, los marginados, los enfermos y los pecadores.