Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.

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“Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, y él reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reinado no tendrá fin”. (Lc 1:26-38)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/122022.cfm
En esta parte final del Adviento, mientras nos acercamos a la Navidad, escuchamos las narraciones de la Infancia en los evangelios de Mateo y Lucas. Hoy, en medio de la historia de la Anunciación, el ángel irrumpe repentinamente en el Coro Aleluya, que apropiadamente no proviene de la sección de Navidad del Mesías de Händel, sino de la sección de Pascua.

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Pero Zacarías replicó al ángel: “¿Cómo podré estar seguro de esto? Porque yo ya soy viejo y mi mujer también es de edad avanzada”. El ángel le contestó: “Yo soy Gabriel, el que asiste delante de Dios. He sido enviado para hablar contigo y darte esta buena noticia. Ahora tú quedarás mudo y no podrás hablar hasta el día en que todo esto suceda, por no haber creído en mis palabras, que se cumplirán a su debido tiempo”. (Lc 1:5-25)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/121922.cfm
La Narrativa de la Infancia de San Lucas es un placer doble: dos anunciaciones (a Zacarías y a María), dos natividades (Juan el Bautista y Jesús), y dos cánticos de alabanza (el Benedictus de Zacarías y el Magnificat de María). Pero que contraste entre las dos anunciaciones—el sacerdote que no cree, y la jovencita que dice, “Cúmplase en mi lo que me has dicho.” Y ¡que apropiado el castigo para el sacerdote, quedarse mudo hasta el parto!

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Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que había dicho el Señor por boca del profeta Isaías: He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, a quien pondrán el nombre de Emmanuel, que quiere decir Dios-con-nosotros. (Mt 1:17-24)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/121822.cfm
Dios está con nosotros . . . ese es el gran misterio que celebramos. A través del desarrollo de la historia y en el desorden de la vida humana, Dios viene a ser uno con nosotros para que podamos ser uno con otro y con Dios para siempre o como nos han enseñado los antiguos Padres y Madres de la iglesia: El Hijo de Dios se hizo Hijo del Hombre para que las mujeres y los hombres pudieran convertirse en hijos amados de Dios.

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Salmón engendró de Rajab a Booz; Booz engendró de Rut a Obed, Obed a Jesé, y Jesé al rey David. David engendró de la mujer de Urías a Salomón. (Mt 1:1-17)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/121722.cfm
Llegamos a la segunda y última parte del Adviento, el tiempo de las O (las O Antífonas): “¡Oh Sabiduría de Dios, ven a enseñarnos el camino de la vida!” Una de mis lecturas favoritas del evangelio es la genealogía del Señor según San Mateo. La Rajab mencionada no es la Rahab, la “Ramera de Jericó” del Libro de Josué, pero solo el nombre recuerda a esa otra Rajab de sórdida reputación. (Es como el nombre Jezabel en el Sur: el nombre se usa pero NUNCA para niñas pequeñas). Rut, una extranjera, es una de las tatarabuelas del Señor, y luego ni siquiera se podía mencionar a la pobre Betsabé. Ella es solo "la esposa de Urías", a quien David había asesinado después de que el rey se acostara con su esposa. Una historia familiar algo interesante para el Señor. . . en muchos sentidos muy parecido al nuestro!

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Esto dice el Señor: "Velen por los derechos de los demás, practiquen la justicia, porque mi salvación está a punto de llegar y mi justicia a punto de manifestarse. No diga el extranjero que ha dado su adhesión al Señor: 'Sin duda que el Señor me excluirá de su pueblo'. A los extranjeros que se han adherido al Señor para servirlo, amarlo y darle culto, los conduciré a mi monte santo
y los llenaré de alegría en mi casa de oración. Mi casa será casa de oración para todos los pueblos". (Is 56:1-3a, 6-8)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/121622.cfm
Una casa de oración para todos los pueblos. . . ¡Qué visión para el Adviento! . . qué visión para la iglesia, donde todos pueden venir y estar alegres. Porque el Señor no excluye a nadie del pueblo de Dios. Tal vez el buen Papa San Juan XXIII tenía en mente este pasaje cuando dijo: "Nunca conocí a una persona con la que no pudiera orar".