Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.
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“Dejen, cielos, caer su rocío y que las nubes lluevan la justicia; que la tierra se abra y haga germinar la salvación y que brote juntamente la justicia. Yo, el Señor, he creado todo esto”. (Is 456c,-8, 18, 21c-25)
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El Salmo Responsorial nos invita a rezar: ¡Dejen, cielos, caer su rocío y que las nubes lluevan al justo! La obra de justicia es obra de Dios. Estamos llamados a participar en llevar la creación a su cumplimiento. El Adviento nos prepara para la venida del Justo mientras celebramos su nacimiento entre nosotros. Proclamamos lo que hemos visto y oído: que en Cristo la misericordia y la verdad se han encontrado, la justicia y la paz se han besado. San Juan de la Cruz (1542-1591) enseñó a la iglesia que las emociones pueden llevarnos a Dios a través de la oración y la contemplación. Se refirió a Dios como “Amado mío”.
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Entonces Jesús les dijo a los sumo sacerdotes y a los ancianos del pueblo: “Yo les aseguro que los publicanos y las prostitutas se les han adelantado en el camino del Reino de Dios. (Mt 21:28-32)
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Si los publicanos y las prostitutas están entrando en el Reino de Dios . . . entonces hay esperanza para el resto de nosotros! La fiesta de Santa Lucía se hizo muy popular en los países del norte antes de la reforma del calendario en 1582. Su fiesta, el 13 de diciembre, se había convertido en el solsticio de invierno debido al desfase del calendario. Es por eso que la fiesta de esta joven virgen mártir de la iglesia primitiva estaba llena de velas encendidas . . . ¡incluso hoy!
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Se abrió el templo de Dios en el cielo y dentro de él se vio el arca de la alianza. Apareció entonces en el cielo una figura prodigiosa: una mujer envuelta por el sol, con la luna bajo sus pies y con una corona de doce estrellas en la cabeza. (Apoc 11:19a; 12:1-6a, 10ab)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/121222.cfm
En el año 1531, durante los horrores de La Conquista, Dios dio una señal de favor a los pueblos indígenas del llamado “Nuevo Mundo”. La Virgen María se apareció a un indígena en el cerro del Tepeyac, en las afueras de lo que se convertiría en la Ciudad de México. La Señora habló en su propio idioma y le dijo “Yo soy tu Madre piadosa”. En los 10 años siguientes, se bautizaron más de 11 millones indígenas. Nuestra Señora de Guadalupe es “La Patrona de naciones cautivas y pueblos vencidos.” Con más de 20 millones de visitantes al año, el Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe es el santuario católico más visitado del mundo.
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Sean pacientes hasta la venida del Señor. Vean cómo el labrador, con la esperanza de los frutos preciosos de la tierra, aguarda pacientemente las lluvias tempraneras y las tardías. Aguarden también ustedes con paciencia y mantengan firme el ánimo, porque la venida del Señor está cerca. No murmuren, hermanos, los unos de los otros, para que el día del juicio no sean condenados. Miren que el juez ya está a la puerta. (Sant 5:7-10)
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La paciencia es una virtud ganada con esfuerzo. De niños solíamos decir que algo era “tan lento como la Navidad”. El Adviento nos recuerda que el Señor está cerca: “el Juez ya está a la puerta”. Y por eso este Domingo de Gaudete la iglesia, con San Pablo, nos invita: “Alégrense siempre en el Señor. Vuelvo a insistir, alégrense, pues el Señor está cerca”.
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Salmo Responsorial (Salmo 79)
R. Oh Dios, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve.
Escúchanos, pastor de Israel; tú que estás rodeado de querubines, manifiéstate, despierta tu poder y ven a salvarnos.
R. Oh Dios, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve.
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Para ver el rostro del Señor . . . ese es nuestro cumplimiento en el cielo, contemplar constantemente el rostro del Señor. El rector de mi seminario, el padre Daniel Buechlein (1938-2018), era monje benedictino. Fue elegido para ser obispo y luego era arzobispo de Indianápolis. Eligió como lema episcopal: “Buscar el rostro del Señor”. El anhelo de ver y ser visto por el Señor es el corazón de la espiritualidad. Este Adviento mientras anhelamos ver el rostro del Señor y preparar su camino, la Santísima Virgen María nos recuerda: “Hagan lo que Él les diga”. ¡Ven, Señor Jesús, ven, no tardes!