Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.
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Hermanas y hermanos: No se inquieten por nada; más bien presenten en toda ocasión sus peticiones a Dios en la oración y la súplica, llenos de gratitud. Y que la paz de Dios, que sobrepasa toda inteligencia, custodie sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús. (Flp 4:7-8)
Uno de los privilegios de ser sacerdote es echar las bendiciones. Pero yo creo que todos debemos echar la bendición los unos a los otros con más frecuencia. Una de mis favoritas es de la Carta de San Pablo a los Filipenses:
La paz de Dios,
que supera todo lo que podemos pensar,
custodie sus corazones y sus pensamientos,
en el conocimiento y en el amor de Dios
y de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo.
R. Amén.
Y que la bendición de Dios todopoderoso,
del Padre, del Hijo + y del Espíritu Santo,
descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.
R. Amén.
La foto de hoy es de la tumba de San Francisco de Asís. Hoy es su fiesta. ¡Paz y Bien!
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Job le dijo al Señor:
“Reconozco que lo puedes todo
y que ninguna cosa es imposible para ti.
Era yo el que con palabras insensatas
empañaba la sabiduría de tus designios;
he hablado de grandezas que no puedo comprender
y de maravillas que superan mi inteligencia.
Yo te conocía sólo de oídas,
pero ahora te han visto ya mis ojos;
por eso me retracto de mis palabras
y me arrepiento, echándome polvo y ceniza”.
El Señor bendijo a Job al final de su vida más que al principio.
(JOB 42)
Ya viajamos muy rápido por el Libro de Job. Y el libro termina con Job arrepintiéndose en "polvo y ceniza" y Dios bendiciendo a Job al final de su vida. Pero la pregunta de Job sigue sin respuesta, “¿Por qué los buenos sufren”? La foto de hoy es una escultura de Job hecha en madera de Alemania (siglo 18).
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“Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños, pues yo les digo que sus ángeles, en el cielo, ven continuamente el rostro de mi Padre, que está en el cielo’’.
(Mt 18:10)
Los Santos Ángeles Custodios—¡tanto amor providencial que Dios nos tiene! La pequeña oración que aprendimos en la niñez todavía tiene un lugar en el corazón:
Ángel de la guarda,
mi dulce compañía
no me desampares
ni de noche ni de día
hasta que me pongas
en paz y alegría
con todos los santos,
Jesús, José, y María.
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Ojalá que mis palabras se escribieran;
ojalá que se grabaran en láminas de bronce
o con punzón de hierro se esculpieran
en la roca para siempre.
Yo sé bien que mi defensor está vivo
y que al final se levantará a favor del humillado;
de nuevo me revestiré de mi piel
y con mi carne veré a mi Dios;
yo mismo lo veré y no otro,
mis propios ojos lo contemplarán.
Esta es la firme esperanza que tengo’’.
(Job 19:23-27)
Las palabras de Job están grabadas en la roca de la memoria humana expresando el anhelo de ver a Dios. Santa Teresita, la Pequeña Flor, también vivía el “momento de Job” en su vida muy corta y dolorosa y expresó su deseo: "Voy a pasar mi cielo haciendo bien en la tierra . . . Después de mi muerte, haré caer una lluvia de rosas."
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Job tomó la palabra y les dijo a sus amigos:
“Sé muy bien que el hombre
no puede hacer triunfar su causa contra Dios.
Si el hombre pretendiera entablar pleito con él,
de mil cargos que Dios le hiciera, no podría rechazar ninguno. (Job 9:1-3)
Seguimos leyendo el Libro de Job. La pregunta de Job trata de la fragilidad humana ante el Dios Todopoderoso. ¿Cuál humano puede resistir a Dios? ¿Cuál humano puede justificarse ante Dios?
Hoy es la fiesta de San Jerónimo, el Aficionado de la Palabra de Dios. Se puso a aprender Hebreo para traducir las Escrituras de los idiomas originales de Hebreo y Griego a un idioma conocido por la gente común. su traducción de la Biblia se llama La Vulgata. Y como San Jerónimo dijo:
Ignorar la Escritura es ignorar a Cristo.