En aquel tiempo, Jesús dijo a Pedro: “Sígueme”. Pedro, volviendo la cara, vio que iba detrás de ellos el discípulo a quien Jesús amaba, el mismo que en la cena se había reclinado sobre su pecho y le había preguntado: ‘Señor, ¿quién es el que te va a traicionar?’ Al verlo, Pedro le dijo a Jesús: “Señor, ¿qué va a pasar con éste?” Jesús le respondió: “Si yo quiero que éste permanezca vivo hasta que yo vuelva, ¿a ti qué? Tú, sígueme”.
Por eso comenzó a correr entre los hermanos el rumor de que ese discípulo no habría de morir. Pero Jesús no dijo que no moriría, sino: ‘Si yo quiero que permanezca vivo hasta que yo vuelva, ¿a ti qué?’
Éste es el discípulo que atestigua estas cosas y las ha puesto por escrito, y estamos ciertos de que su testimonio es verdadero. Muchas otras cosas hizo Jesús y creo que, si se relataran una por una, no cabrían en todo el mundo los libros que se escribieran.
(Jn 21:20-25)
Llegamos a la Segunda (y última) Conclusión del Cuarto Evangelio. (La primera conclusión está al final del capítulo 20, Jn20:30-31). Es notable la referencia que el Discípulo Amado ha testificado de estas cosas y "las ha puesto por escrito". Aparentemente, el Discípulo Amado ya murió. Pero como señala el escritor de este capítulo final, si todo lo que hizo Jesús estuviera escrito, el mundo no podría contener los libros.