Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.
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En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Han oído que se dijo: Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo. Yo, en cambio, les digo: Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian y rueguen por los que los persiguen y calumnian, para que sean hijos de su Padre celestial.
(Mt 5:43-48)
El Señor realmente nos conoce mejor que nosotros mismos. Si todo lo que tuviéramos que hacer fuera amar a nuestro prójimo, bueno, nos aseguraríamos de que tuviéramos muy pocos. Pero el Señor nos llama a amar a nuestros enemigos. ¡Estamos en agua caliente!
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R/. Si tienes en cuenta las culpas, Señor, ¿quién podrá subsistir?
Desde lo más profundo te invoco, Señor. ¡Señor, oye mi voz! Estén tus oídos atentos al clamor de mi plegaria.
Mi alma espera en el Señor, y yo confío en su palabra. Mi alma espera al Señor, más que el centinela la aurora.
Como el centinela espera la aurora, espere Israel al Señor, porque en Él se encuentra la misericordia y la redención en abundancia: Él redimirá a Israel de todos sus pecados.
R/. Si tienes en cuenta las culpas, Señor, ¿quién podrá subsistir?
(Salmo 129)
La Cuaresma nos invita a confiar en la misericordia de Dios. Las lágrimas y los lamentos no tienen nada que ver con la "abundante redención".
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En aquellos días, la reina Ester, ante el mortal peligro que amenazaba a su pueblo, buscó refugio en el Señor y se postró en tierra con sus esclavas, desde la mañana hasta el atardecer.
(Est C:12,14-16,23-25)
La historia de la reina Ester es una de esas fabulosas historias bíblicas que captura la imaginación. Cuando se enfrenta a una angustia mortal, Ester sabe exactamente qué hacer. . . ella busca refugio en el Señor. . . ella reza, y el Señor triunfa. La foto es de la pintura de Reina Ester (1878) por Edwin Long.
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R. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Todavía es tiempo, dice el Señor.
Arrepiéntanse de todo corazón y vuélvanse a mí,
que soy compasivo y misericordioso. (Joel 2:12-13)
R. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Aun ahora . . . lo que significa que todavía hay tiempo. Nunca es demasiado tarde.
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Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.
(Mt 6:7-15)
La oración que Jesús nos enseñó está llena de lecciones para todos nosotros. No solo pedimos el pan de cada día, también pedimos perdón, al igual que perdonamos. Y, por supuesto, ¡ese es el truco! Para ser perdonados, también debemos perdonar. Como Jesús nos indicará: la medida con que miden, serán medidos. Por eso la Cuaresma nos llama a ser generosos. . . generoso en perdonar, generoso en dar, generoso en amor.