Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.
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Así, el día de la venida de Cristo, yo me sentiré orgulloso al comprobar que mis esfuerzos y trabajos no han sido inútiles. Y aunque yo tuviera que derramar mi sangre para que ustedes siguieran ofreciendo a Dios la ofrenda sagrada de su vida de fe, me sentiría feliz y me regocijaría con todos ustedes. Y ustedes, por su parte, alégrense y regocíjense conmigo.
(Flp 2:16-18)
Sentir feliz en derramar la sangre en servicio a los demás . . . ese sentimiento no es muy común entre nosotros. Pero durante esta pandemia lo hemos visto en la vida de los trabajadores de salud que han entregado sus vidas cuidando de los sufriendo de Covid-19. Debido a la pandemia, muchas familias no podían estar con sus enfermos en hospital, pero los trabajadores de salud estaban allí tocando sus manos mientras nuestros seres queridos fallecían.
Hoy es la fiesta de San Carlos Borromeo que organizó la iglesia para cuidar de los víctimas de la plaga.
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Tengan los mismos sentimientos
que tuvo Cristo Jesús,
el cual, siendo Dios,
no consideró que debía aferrarse
a las prerrogativas de su condición divina,
sino que, por el contrario, se anonadó a sí mismo
tomando la condición de siervo . . . .
(Flp 2:5-7)
Martín de Porres (1579-1639) era un hombre de piel morena, hijo natural de un caballero español y de una madre negra. Nació en Lima. En 1603 hizo la profesión solemne como Hermano cooperador en el Convento de Nuestra Señora del Rosario, de los dominicos de Lima, ejerciendo funciones de enfermero. Fue llamado “Martín de los pobres” y “Padre del consuelo de los afligidos”, por su misericordia hacia los necesitados. Mi mamá querida trabajó en el Hospital Beato Martín de Porres en Mobile, Alabama. Cuando Martín fue canonizado en 1962, las Hermanas de la Misericordia cambiaron el letrero a “San” Martín de Porres. Pero las nuevas letras eran más brillante que las viejas . . . por eso, el “San” fue muy prominente. Martín de Porres es el santo patrono de la Justicia Social, de los trabajadores de salud, de los enfermos, de los barrenderos y de la limpieza pública.
La foto de hoy es del Hospital con el Arzobispo de Mobile, Mons. Thomas Toolen, y el Obispo de Ghana, Mons. Joseph Bowers.
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Dichosos los que mueren en el Señor.
Que descansen de sus trabajos.
Pues, sus obras los acompañan.
(Apocalypse 14:13)
Concede descanso, oh Cristo, a tus siervos con tus santos,
donde ya no hay llanto ni dolor ni suspiro, sino vida eterna.
Sólo tú eres inmortal, creador y hacedor de la humanidad;
y nosotros somos mortales, formados de tierra, y a la tierra hemos de volver.
Por eso, cuando me creaste, tú dijiste: "Polvo eres y al polvo volverás".
Todos nosotros descendemos al polvo;
sin embargo, aun en la tumba elevamos nuestro canto:
Aleluya, aleluya, aleluya.
Concede descanso, oh Cristo, a tus siervos con tus santos,
donde ya no hay llanto ni dolor ni suspiro, sino vida eterna.
(Kontakion de los Difuntos, Liturgia Ortodoxa)
Dales, Señor, el descanso eterno. Y brilla para ellos la luz perpetua. Que descansen en paz. Amén. Y que sus almas y las almas de todos los fieles difuntos por la misericordia de Dios descansen en paz. Amén.
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Vi luego una muchedumbre tan grande, que nadie podía contarla. Eran individuos de todas las naciones y razas, de todos los pueblos y lenguas. Todos estaban de pie, delante del trono y del Cordero; iban vestidos con una túnica blanca; llevaban palmas en las manos y exclamaban con voz poderosa: “Amén. La alabanza, la gloria, la sabiduría, la acción de gracias, el honor, el poder y la fuerza, se le deben para siempre a nuestro Dios”.
(Apocalypse 7:9-12)
La fiesta de hoy, la Solemnidad de Todos los Santos, y la de mañana, la Conmemoración de Todos los Fieles Difuntos, son dos partes de una sola fiesta—recordando y celebrando todos los fieles que nos precedieron y nos transmitieron la fe. Por eso, ¡Feliz Día para ellos y para todos nosotros! Qué los sigamos caminando en la huellas de Jesús.
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R/. ¡Mi alma tiene sed del Dios viviente!
Como la cierva sedienta busca las corrientes de agua,
así mi alma suspira por ti, mi Dios.
R/. ¡Mi alma tiene sed del Dios viviente! (Salmo 41)
Todos estamos invitados al Banquete de Bodas del Cordero. La Eucaristía es la promesa y la prenda del banquete de los hijos de Dios en donde el hambre y la sed quedan satisfechos. La foto de hoy es de Jueves Santo en una parroquia de Envigado, Antioquia, Colombia.