Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.
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Salmo Responsorial (Salmo 17)
R. Sálvame, Señor, en el peligro.
En el peligro invoqué al Señor,
en mi angustia le grité a mi Dios;
desde su templo, él escuchó mi voz,
y mi grito llegó a sus oídos.
R. Sálvame, Señor, en el peligro.
Supongo que todos sabemos que debemos invocar al Señor cuando estamos en peligro, y no es una mala oración. Y como nos recuerda el salmista, Dios escucha nuestra voz, nuestro clamor llega a los oídos de Dios. Como dice la niña: "Dios me escucha".
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María contestó: “Yo soy la esclava del Señor; cúmplase en mí lo que me has dicho”. Y el ángel se retiró de su presencia.
(Lc 1:26-38)
El SÍ de Mary ha inspirado a los creyentes a lo largo de los siglos. Mientras nos preparamos para recordar y revivir los grandes eventos de nuestra salvación, que digamos SÍ al plan de Dios para nosotros.
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El rey Nabucodonosor, estupefacto, se levantó precipitadamente y dijo a sus consejeros: “¿Acaso no estaban atados los tres hombres que arrojamos al horno?” Ellos contestaron: “Sí, señor”. El rey replicó: “¿Por qué, entonces, estoy viendo cuatro hombres sueltos, que se pasean entre las llamas, sin quemarse? Y el cuarto, es semejante al hijo de Dios.
(Dan 3:13-20,91-92,95)
El horno ardiente es una imagen sorprendente en el libro de Daniel. Dios libera a sus amados cuando claman: ¡A ti gloria y alabanza por los siglos! (Dan 3)
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Jesús prosiguió: “Cuando hayan levantado al Hijo del hombre, entonces conocerán que Yo Soy y que no hago nada por mi cuenta; lo que el Padre me enseñó, eso digo.
(Jn 8:21-30)
Este pasaje nos recuerda del pasaje donde Moisés, después de recibir la misión de ir a Faraón, le pregunta al Señor: "¿Y si ellos me pregunten ¿quién que me envió?" Y el Señor responde: "Diles que YO SOY me ha enviado". La afirmación que hace el evangelio es que Jesús, levantado en la Cruz, es YO SOY, que Jesús Crucificado es Dios.
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Aquel día se salvó una vida inocente.
(Dan 13:1-9,15-17,19-30,33-62)
“Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Nadie te ha condenado?” Ella le contestó: “Nadie, Señor”. Y Jesús le dijo: “Tampoco yo te condeno”.
(Jn 8:1-11)
Las historias de Susana y de la mujer sorprendida en adulterio forman un contraste maravilloso. En la Historia de Susana “aquel día se salvó una vida inocente"; en el evangelio, incluso los culpables son perdonados. Como diría Jesús: "Deseo misericordia, no sacrificio".