Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.
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En aquel tiempo, uno de los escribas se acercó a Jesús y le preguntó: “¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?” Jesús le respondió: “El primero es: Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es el único Señor; amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. El segundo es éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay ningún mandamiento mayor que éstos”. (Mc 12:28-34)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/110324.cfm
Habiendo crecido con las políticas de odio y división en la segregada Alabama de los años 1950 y 1960, fui liberado del racismo de mis compañeros de clase gracias a la fe y el ejemplo de mi madre y mi abuela. Mi familia me enseñó las historias de Jesús y cómo vivir el mandamiento más grande que Jesús nos dio: amar a Dios y amar al prójimo. Mientras nos preparamos para las elecciones de este martes en los Estados Unidos, oramos por la sabiduría de arriba para que podamos elegir sabiamente a quienes nos servirán en puestos de confianza y nos ayudarán a construir una unión más perfecta.
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Por lo tanto, si hemos muerto con Cristo, estamos seguros de que también viviremos con él; pues sabemos que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no morirá nunca. La muerte ya no tiene dominio sobre él. (Rom 6:3-9)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/110224.cfm
Concede descanso, oh Cristo, a tus siervos con tus santos, donde ya no hay llanto ni dolor ni suspiro, sino vida eterna. (Kontakion de los Difuntos, Liturgia Ortodoxa). La foto de hoy es de mi abuela y su hermano en el cementerio Bethel en Leavenworth, Kansas.
Dales, Señor, el descanso eterno. Y brilla para ellos la luz perpetua. Que descansen en paz. Amén. Y que sus almas y las almas de todos los fieles difuntos por la misericordia de Dios descansen en paz. Amén.
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Vi luego una muchedumbre tan grande, que nadie podía contarla. Eran individuos de todas las naciones y razas, de todos los pueblos y lenguas. Todos estaban de pie, delante del trono y del Cordero; iban vestidos con una túnica blanca; llevaban palmas en las manos y exclamaban con voz poderosa: "La salvación viene de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero. Amén. La alabanza, la gloria, la sabiduría, la acción de gracias, el honor, el poder y la fuerza, se le deben para siempre a nuestro Dios". (Apoc 7:2-4, 9-14)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/110124.cfm
La Fiesta de Todos los Santos es la celebración de la Jerusalén celestial mientras recordamos a todos los santos, no sólo a los oficiales, sino a todos los hombres y mujeres santos que han tocado nuestras vidas. Y alabamos la victoria que Dios ha obtenido en ellos, y damos gracias por caminar con los santos.
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Por eso, revístanse con la armadura de Dios: que su cinturón sea siempre la verdad; su coraza, la justicia; su calzado, la prontitud para anunciar el Evangelio de la paz; que la fe les sirva siempre de escudo para protegerlos y apagar las flechas incendiarias del enemigo malo; pónganse el casco de la salvación y empuñen la espada del espíritu, que es la palabra de Dios. (Efe 6:10-20)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/103124.cfm
Nuestra última lectura de la Carta a los Efesios nos pide que estemos preparados para lo que pueda venir, y que nos vistamos de la verdad, la justicia, la paz, la fe, la salvación, la oración, la súplica y la palabra de Dios. Y cuando estamos cansados y no estamos seguros de si podemos aguantar o mantenernos firmes, se nos recuerda que debemos sacar nuestra fuerza del Señor y de su gran poder.
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Vendrán muchos del oriente y del poniente, del norte y del sur, y participarán en el banquete del Reino de Dios. (Lc 13:22-30)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/103024.cfm
Aquellos que quieren una iglesia más pequeña y más pura realmente no tienen suerte. La visión de Jesús es tan amplia como sus brazos de amor: muchos vendrán del oriente y del poniente y del norte y del sur y participarán en el banquete del Reino de Dios. No puede ser diferente. Porque Jesús recibe a los pecadores y come con ellos. Y como proclama con alegría la liturgia: Dichosos los invitados a la Cena del Señor. Porque el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo nos invita a la Mesa en el Reino de Dios.
