Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.
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¿De qué le sirve a uno decir que tiene fe, si no lo demuestra con obras? ¿Acaso podrá salvarlo esa fe? Supongamos que algún hermano o hermana carece de ropa y del alimento necesario para el día, y que uno de ustedes le dice: "Que te vaya bien; abrígate y come", pero no le da lo necesario para el cuerpo, ¿de qué le sirve que le digan eso? Así pasa con la fe; si no se traduce en obras, está completamente muerta. (Sant 2:14-18)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/091524.cfm
La Carta de Santiago lo dice tal como es: tenemos que poner la fe en acción, de lo contrario no servirá para nada. Como nos enseñó Jesús: “Amen a Dios, amen al prójimo”. La foto de hoy es de mi joven amigo jesuita, Chris Smith. Adjunto un artículo que Chris escribió sobre el escuadrón de santas mujeres que alimentaron su fe.
https://thejesuitpost.org/2021/07/the-holy-squad-of-women-who-nurtured-my-faith/
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Cristo se anonadó a sí mismo tomando la condición de siervo, y se hizo semejante a los hombres. Así, hecho uno de ellos, se humilló a sí mismo y por obediencia aceptó incluso la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo exaltó sobre todas las cosas y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre, para que al nombre de Jesús todos doblen la rodilla en el cielo, en la tierra y en los abismos, y todos reconozcan públicamente que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre. (Fil 2:6-11)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/091424.cfm
La fiesta de hoy sale del aniversario de la dedicación de la Iglesia del Santo Sepulcro en Jerusalén que conserva los lugares del Gólgota y la Tumba Vacía. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos, porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
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No tengo por qué presumir de predicar el Evangelio, puesto que ésa es mi obligación. ¡Ay de mí, si no anuncio el Evangelio! (1 Cor 9:16-19, 22-27)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/091324.cfm
San Juan Crisóstomo era arzobispo de Constantinopla y uno de los mejores predicadores de la iglesia. El emperador y su esposa eran miembros de su parroquia. La emperatriz y sus amigas querían adornar la iglesia con vestimentas de seda y cálices de oro. Y San Juan Crisóstomo predicó: “Den a Dios el honor prescrito en la ley de Dios dando sus riquezas a los pobres. Porque Dios no quiere cálices de oro sino corazones de oro”. La emperatriz hizo que lo exiliaran. La foto de hoy es de Hagia Sophia, la catedral de San Juan Crisóstomo. El himno de hoy es de la Liturgia de San Juan Crisóstomo.
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No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados. Den y se les dará: recibirán una medida buena, bien sacudida, apretada y rebosante en los pliegues de su túnica. Porque con la misma medida conque midan, serán medidos. (Lc 6:27-38)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/091224.cfm
El Señor nos conoce mejor que nosotros mismos. Juzgar y condenar son los pasatiempos de la iglesia. La fiesta del Nombre de María nos recuerda las palabras que María pronunció sobre sí misma: “Desde ahora me llamarán dichosa todas las generaciones” (Lc 1,48).
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Hermanas y hermanos, les quiero decir una cosa: la vida es corta. Por lo tanto, conviene que los casados vivan como si no lo estuvieran; los que sufren, como si no sufrieran; los que están alegres, como si no se alegraran; los que compran, como si no compraran; los que disfrutan del mundo, como si no disfrutaran de él; porque este mundo que vemos es pasajero. (1 Cor 7:25-31)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/091124.cfm
Muchos de nosotros probablemente podamos recordar dónde estábamos y qué estábamos haciendo cuando recibimos la noticias del 11 de septiembre de 2001. Yo estaba de retiro en el seminario. Después de la sesión de retiro con mi director espiritual, me sugirió que fuera al salón de profesores y encendiera la televisión. No me explicó nada. Entonces fui, yo era el único allí. Un poquito después empezaron a sonar las campanas del seminario. Todos nos reunimos en la capilla y celebramos Misa. Sabíamos qué hacer.
											
                                                            
                                                            