Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.
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"Yo desprecio y detesto las fiestas de ustedes, no me agradan sus solemnidades. Aunque me ofrezcan holocaustos, no aceptaré sus ofrendas ni miraré con agrado sus sacrificios de novillos gordos. Alejen de mí el ruido de sus canciones; no quiero escuchar la música de sus arpas. Que fluya la justicia como el agua y la bondad como un torrente inagotable’’. (Amós 5:21-24)
El profesor de homilética en el seminario siempre quejaba contra la política usando la religión. El dijo, “Cuando los políticos están usando la religión, los pobres siempre sufren”. El profeta Amós tenía el mismo punto de vista. El antiguo Israel era muy religioso: había muchas fiestas, música sacra, un montón de sacrificios. Solo faltó lo necesario que Dios quería: LA JUSTICIA.
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R/. Señor, guíame con tu justicia. (Salmo 5)
La trágica muerte de George Floyd de parte de la policía provocó manifestaciones masivas en todo el mundo. El grito por justicia es antiguo y muy bíblico. El Salmo de hoy nos recuerda de que al entrar a la casa del Señor, y postrarse dando culto al Señor, debemos estar en el camino de justicia. Como dijo el Papa San Pablo VI en el discurso en el ONU:
Si quieres la paz, lucha por la justicia.
Si no luchamos por la justicia, no podemos dar culto al Señor como Dios quiere.
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Pedro, el Apóstol, y Pablo, el maestro de las naciones, nos han enseñado tu Evangelio, Señor. (Antífona de la Entrada)
Hoy es la fiesta de los dos apóstoles más grandes que la iglesia de Roma tiene como sus fundadores. En toda la antigua Ciudad de Roma, las iglesia siempre muestran Pedro y Pablo juntos. Aunque murieron en años distintos, en la celebración de sus martirios, los dos están juntos. Qué todos pudiéramos decir con San Pablo:
Ha llegado para mí la hora del sacrificio y se acerca el momento de mi partida. He luchado bien en el combate, he corrido hasta la meta, he perseverado en la fe. Ahora sólo espero la corona merecida, con la que el Señor, justo juez, me premiará en aquel día, y no solamente a mí, sino a todos aquellos que esperan con amor su glorioso advenimiento. (2 Tim 4:6-8)
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Hermanos: Todos los que hemos sido incorporados a Cristo Jesús por medio del bautismo, hemos sido incorporados a su muerte. En efecto, por el bautismo fuimos sepultados con él en su muerte, para que, así como Cristo resucitó de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros llevemos una vida nueva. (Rom 6:3-4)
En el Bautismo, morimos con Cristo para vivir con Cristo. Vivimos la vida del Resucitado. Como dice San Pablo de su propio bautismo: He sido crucificado con Cristo, y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Lo que ahora vivo en el cuerpo, lo vivo por la fe en el Hijo de Dios, quien me amó y dio su vida por mí (Gal 2:20).
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Tus profetas te engañaron con sus visiones falsas e insensatas. No te hicieron ver tus pecados para evitarte así el cautiverio, y sólo te anunciaron falsedades e ilusiones. (Lam 2:14)
El virus sigue creciendo. Y muchos ya están sufriendo de la fatiga del virus y otros no están siguiendo las reglas de la cuarentena y están poniendo sus vidas y las de sus seres queridos en riesgo. Y muchos creen en profetas falsos que dicen que el virus es una farsa o solo es la gripe o es una conspiración del partido opuesto. La fe y el sentido común salen juntos. No debemos tentar al Señor por decir que Dios va a protegerme de todo mal. Dios nos dio un cerebro . . . y debemos usarlo. Desafortunadamente, muchos no lo usan para nada. El pensar sí nos cuesta trabajo duro. Construir un mundo más justo y más humano, eso nos toca. Tengo una amiga que es pagana, no es cristiana. Ella escribió a su comunidad de paganos el siguiente:
“Queríamos un apocalipsis. Los apocalipses son muy atractivos porque son limpios. El mundo termina, todos morimos, y no es necesario luchar con los retos de la vida jamás. O algún ser divino desciende, y mata a todos los malos, y el mundo queda recto, y no es necesario luchar con los retos de la vida jamás. Las profecías apocalípticas son muy atractivas y adictivas. Pero también las profecías apocalípticas tienen un historial de 3,500 años y siempre están equivocadas, no se cumplen para nada. Covid-19 no es apocalipsis. No habrá ningún apocalipsis—la vida no es tan fácil. El trabajo duro de construir el mundo que queremos, todavía nos toca”.
Buenos consejos de una pagana . . . pero ella tiene razón. Evitar luchar con los retos de la vida, como ella dice, nos puede enloquecer. Profecías apocalípticas, y la Biblia tiene muchas, siempre demostraron que están equivocadas. Incluso San Pablo, que creía en el retorno inminente del Señor, tenía que prevenir a los creyentes contra profetas falsos. Me acuerdo de un sermón en la iglesia bautista en que el predicador dijo que el Mercado Común Europeo era la Bestia de diez cabezas del Libro del Apocalipsis de la Biblia. Tal vez, lo es la Bestia . . . pero no es el apocalipsis. Podemos y debemos rezar y confiar en el Señor durante esta pandemia . . . pero al mismo tiempo debemos usar el cerebro que Dios nos dio. Llevar la mascarilla y practicar el distanciamiento social no son amenaza a mis derechos humanos. Al contrario, hay una amenaza más grande y no podemos evitar los retos de la vida jamás: ¿dónde está el sentido de la comunidad? ¿dónde está el sentido de la familia humana? y ¿dónde está el sentido que todos estamos juntos en la misma barca? Porque estamos ahogando en una mar de narcisismo, ahogando en el egoísmo. Amar a Dios y amar al prójimo, como Jesús nos enseñó, hoy en día significa llevar la mascarilla y practicar el distanciamiento social.