Estas reflexiones salen de más que 40 años de ministerio como sacerdote católico. Pasé la mayoría de estos años en la Diócesis de Charlotte que está situada en Carolina del Norte occidental de los Estados Unidos. Ahora, estoy jubilado, y vivo en Medellín, Colombia, y sigo sirviendo como sacerdote en la Arquidiócesis de Medellín.

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Nadie echa el vino nuevo en odres viejos, porque los odres se rasgan, se tira el vino y se echan a perder los odres. El vino nuevo se echa en odres nuevos y así las dos cosas se conservan. (Mt 9:14-17)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/070823.cfm
Vino nuevo, odres nuevos. El cambio nunca es fácil. El cambio requiere que tengamos fe en que Dios tiene un plan mejor y más grande para nosotros, para el mundo y especialmente para la iglesia. Como el Señor nos recuerda, el Espíritu Santo ha estado en el negocio de cambiar la iglesia por mucho tiempo. Sólo tenemos que confiar en el Espíritu. La Virgen María canta las alabanzas de Dios que hace cosas sorprendentemente nuevas: Dios “hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.”

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Cuando estaba a la mesa en casa de Mateo, muchos publicanos y pecadores se sentaron también a comer con Jesús y sus discípulos. Viendo esto, los fariseos preguntaron a los discípulos: “¿Por qué su Maestro come con publicanos y pecadores?” Jesús los oyó y les dijo: “No son los sanos los que necesitan de médico, sino los enfermos. Vayan, pues, y aprendan lo que significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios. Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores”. (Mt 9:9-13)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/070723.cfm
El Comer y Beber con los pecadores es un elemento clave del Ministerio de la Mesa de Jesús, uno que olvidamos con demasiada frecuencia. Quizá por eso la iglesia pone en nuestros labios las palabras del centurión antes de acercarnos al Sacramento para recordarnos que el Señor todavía acoge a los pecadores a Su Mesa: “Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme.”

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Pero el ángel del Señor lo llamó desde el cielo y le dijo: "¡Abraham, Abraham!" El contestó: "Aquí estoy". El ángel le dijo: "No descargues la mano contra tu hijo, ni le hagas daño. Ya veo que temes a Dios, porque no le has negado a tu hijo único". (Gén 22:1b-19)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/070623.cfm
Sin duda, uno de los pasajes más inquietantes de las Escrituras, pero una parte importante de la historia de Abraham y de la historia de la Salvación, como lo atestigua el Exultet de la Vigilia Pascual cuando canta: “¡Qué asombroso beneficio de tu amor por nosotros! ¡Qué incomparable ternura y caridad! ¡Para rescatar al esclavo entregaste al Hijo!” Hoy es la fiesta de nuestra Hermana María Goretti Weldon, RSM. ¡Ad multos annos!

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De pronto se levantó en el mar una tempestad tan fuerte, que las olas cubrían la barca; pero él estaba dormido. Los discípulos lo despertaron, diciéndole: “Señor, ¡sálvanos, que perecemos!” Él les respondió: “¿Por qué tienen miedo, hombres de poca fe?” (Mt 8:23-27)
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/070423.cfm
Jesús no nos llama a vivir con miedo, todo lo contrario. Vivimos por fe en aquel que nos llama por nombre y camina con nosotros.

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Ocho días después, estaban reunidos los discípulos a puerta cerrada y Tomás estaba con ellos. Jesús se presentó de nuevo en medio de ellos y les dijo: "La paz esté con ustedes". Luego le dijo a Tomás: "Aquí están mis manos; acerca tu dedo. Trae acá tu mano; métela en mi costado y no sigas dudando, sino cree". Tomás le respondió: "¡Señor mío y Dios mío!"
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/070323.cfm
A pesar de predicadores que afirman lo contrario, el Cuarto Evangelio nunca dice que Tomás tocó al Señor Resucitado. En cambio, Tomás nos da la más alta confesión de Jesús en todo el Nuevo Testamento: “¡Señor mío y Dios mío!” Y gana una bendición para todos nosotros: “Dichosos los que creen sin haber visto”.