En aquel tiempo, se acercaban a Jesús los publicanos y los pecadores para escucharlo. Por lo cual los fariseos y los escribas murmuraban entre sí: “Éste recibe a los pecadores y come con ellos”. Jesús les dijo entonces esta parábola.
(Lc 15:1-3,11-32)
El capítulo quince del evangelio de San Lucas es una maravilla. Está enmarcado por comer y beber con los pecadores. Pero lo que sigue son tres parábolas, la oveja perdida, la moneda perdida y el hijo perdido (o el hijo pródigo). En la lectura de hoy se nos trata al Hijo Perdido. La negativa del hijo mayor a unirse al banquete que celebra el regreso del hijo menor se relaciona con comer y beber con los pecadores. ¿Quiénes son aquellos en nuestra iglesia, en nuestra comunidad, en nuestro mundo, que no queremos tener en la mesa? ¿Por qué tantos en nuestro mundo no tienen lugar en la mesa de la familia humana? ¿Por qué tantos no se sienten bienvenidos?