Queridos hijos: Si Dios nos ha amado tanto, también nosotros debemos amarnos los unos a los otros . . . Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él.
(1 Jn 4:11-18)
Al verlo andar sobre el agua, ellos creyeron que era un fantasma y se pusieron a gritar, porque todos lo habían visto y estaban espantados. Pero él les habló enseguida y les dijo: “¡Ánimo! Soy yo; no teman”.
(Mc 6:44-54)
La Primera Carta de San Juan repite una y otra vez, “Debemos amarnos los unos a los otros.” Y lo hace con razón, porque a veces nos olvidamos de que decir que “Dios nos ama” significa nada si nosotros no amamos a los demás. Y a discípulos aterrorizados en todas las épocas, el Señor nos recuerda, “¡Ánimo! Soy yo; no teman”.